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LOS MEDIOS DIGITALES
En tiempos pasados, la información era oro: muy pocos la tenían y los que la teman, en su mayoría, la conservaban, pues les daba poder. Ahora, gran parte de las personas disfrutan de esa riqueza. Sin embargo, la responsabilidad digital hasta ahora comienza a difundirse.
Los medios de comunicación digital son tecnologías electrónicas de vanguardia, surgidas en los últimos quince años. Se basan en códigos binarios, en oposición a las tecnologías analógicas. Su difusión es rápida y se podría decir que imparable.
Características de los medios digitales
La tecnología digital abarca telefonía, televisión, radio, prensa, cine e internet, entre otros medios. Forman parte de las llamadas "nuevas tecnologías'.
A continuación, se presentan algunas de sus características:
Permiten formas de comunicación inmediatas y de alta calidad.
Facilitan la comunicación a altas velocidades.
Posibilitan la comunicación de las masas.
Integran voz, datos e imágenes.
Utilizan diferentes tipos de lenguaje: alfabético, visual, sonoro, hipertextual, hipermedial.
Facilitan la interactividad, es decir, los receptores se convierten en emisores.
Un ejemplo es la televisión digital, que permite una mayor calidad y proporciona más servicios interactivos que la televisión analógica. Además, les promete a los televidentes la posibilidad de convertirse en emisores e interactuar en directo con sus programas favoritos.
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Con diversas denominaciones y desde puntos de vista heterogéneos, se ha intentado algunas veces definir al hombre sin personalidad. La filosofía, la estadística, la antropología, la psicología, la estética y la moral han contribuido a la determinación de tipos más o menos exactos; no se ha advertido, sin embargo, el valor esencialmente social de la mediocridad. El hombre mediocre –como en general, la personalidad humana- sólo puede definirse en relación a la sociedad en que vive, y por su función social. Si pudiéramos medir los valores individuales, gradualmente de ellos en escala continua, de lo bajo a lo alto, entre los tipos extremos y escasos, observaríamos una masa ondulante de sujetos más o menos equivalentes acumulados en los grados centrales de la serie. Vana ilusión sería la de quien pretendiera buscar allí el hipotética arquetipo de la humanidad, el Hombre normal que buscara ya Aristóteles; siglos más tarde la peregrina ocurrencia reapareció en el torbellinesco espíritu de Pascal. Medianía, en efecto, no es sinónimo de normalidad. El hombre normal no existe, no puede existir. La humanidad, como todas las especies vivientes, evoluciona sin cesar, su cambio operante desigualmente en numerosos agregados sociales, distinto entre sí. El hombre normal en una sociedad no lo es en otra: el de hace mil años no lo sería hoy, ni en el porvenir.