Según las costumbres de los Nukan-Maku, ¿En qué periodo de la historia podrían
ubicarse?
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Solo quedan 200 familias que quieren regresar a un territorio que está plagado de minas. El desminado, estipulado en el Acuerdo de Paz con las Farc, es la única alternativa para que los Nukak puedan retornar a las selvas del Guaviare. Los Nukak Makú, el último pueblo indígena nómada contactado en Colombia, cazador, recolector y pescador que habitaba las selvas del Guaviare al sur del país, afronta el punto más crítico y frágil de su historia. Actualmente la extinción los persigue como si fuera un “debep”, palabra que en la cosmogonía Nukak representa al espíritu de los muertos que deambula por la selva haciendo el mal.
Diversos autores sostienen que las principales amenazas que tienen hoy a los Nukak al borde de la desaparición física y cultural, son principalmente las enfermedades llevadas por los colonos a sus territorios, la pérdida de sus espacios tradicionales en la selva, la expansión agrícola, los cultivos ilícitos de coca y las minas antipersonales.
La aprobación de un plan de salvaguarda y el desminado de su territorio son las únicas salidas que le queda a este pueblo. Se trata de 200 familias indígenas que necesitan atención en temas de salud, educación, vivienda y seguridad alimentaria, y la implementación de un proyecto de desminado que libere las tierras que solían habitar.
El primer contacto
En 1988 Gustavo Polis, un antropólogo argentino estudioso de los Nukak, relató en el capítulo ‘Crónicas del Contacto del libro Pueblos indígenas en aislamiento voluntario y contacto inicial en la Amazonía y el Gran Chaco’, la aparición de 43 Nukaks entre mujeres, jóvenes y niños en el corregimiento de Calamar, departamento del Guaviare. Este grupo permaneció allí por varias semanas. Según narra Polis, venían dirigidos por una anciana y estaban en busca de un territorio ancestral. Esa fue la historia del contacto más significativo de los Nukak en el departamento del Guaviare.
“La ausencia de hombres y algunas noticias complementarias hacían suponer que venían huyendo de situaciones de violencia de algunas partes del territorio”, explicó Gustavo Polis y señaló que esa sería la antesala de lo que vendría para esta comunidad y la amenaza de la pérdida de su identidad física y cultural.
Después de esa experiencia de contacto, a mediados de los años noventa, la presencia de colonos y de visitantes a San José del Guaviare trajo consigo enfermedades que se convirtieron en epidemias para esta etnia indígena. Según el Ministerio del Interior, fueron afectados por “infecciones a las vías respiratorias, paludismo, sarampión, leishmaniasis y parásitos. Extinguieron gran parte de la población Nukak”.
A partir de la segunda mitad de la década de 1990, la situación de los Nukak se hizo más compleja, debido al incremento de las acciones hostiles entre fuerza pública y grupos armados ilegales en su territorio tradicional.
Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc) invadieron el hogar de los Nukak, lo mismo que los grupos de Autodefensa con los que se disputaban el territorio. Sus bosques tupidos fueron utilizados estratégicamente para la siembra y el procesamiento de la coca, y sus ríos para transportar el alcaloide. Con la bonanza, los colonos de todo el país llegaron en busca de fortuna a terrenos baldíos en las selvas del Guaviare, que hacían parte de los territorios ancestrales de los Nukak.
Los Nukak empezarían a frecuentar las fincas de los colonos que invadían sus territorios y los poblados que se abrían entre sus caminos. La necesidad terminó por atraer a algunos de los Nukak, quienes se pusieron al servicio de los nuevos habitantes de la zona.
Muchos de ellos fueron rápidamente esclavizados y utilizados como mano de obra para trabajar en la siembra de coca, para raspar la hoja, se convirtieron en lo que se conoce en Colombia como “los raspachines”.
Las presiones y el riesgo que afrontaba el pueblo de los Nukak Makú no eran un secreto para el país. En 1990 el gobierno empezó a estudiar su situación para establecer un programa de defensa de la comunidad indígena. Más tarde el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) evidenció, en varios informes presentados en 1997, la crítica situación de niños y mujeres de la comunidad, los abusos perpetrados contra ellos y planteó acciones orientadoras para la intervención del Estado.
Explicación: Dame corona por fa