Según la presentación, busca en la biblia, las citas que hacen referencia a la sexualidad humana
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Hay una diversidad de razones por las que a los cristianos les cuesta debatir sobre la sexualidad. A
muchos de nosotros se nos enseñó a evitar el tema, a considerarlo “privado”. No hemos adquirido
un vocabulario para hablar de nuestras propias experiencias sexuales, nuestra comprensión de la
sexualidad, y lo que creemos o no. Además, muchos de nosotros tenemos historias personales,
familiares o de iglesias muy complejas, que han teñido de vergüenza, miedo, dolor, y frustración
nuestra idea de la sexualidad.
La buena noticia, dice Brubaker, es que la sexualidad humana “es un aspecto de quiénes somos
como seres humanos, una creación de Dios evaluada buena por él”. La sexualidad, en condiciones
óptimas, es un don divino destinado a ampliar y fortalecer las relaciones y acercarnos a nuestra
pareja íntima, explica la autora. Y hay muchas citas en la Biblia que señalan al buen don de la
sexualidad, en forma explícita e implícita, comenzando con el relato de la creación en Génesis.
Al mismo tiempo, Brubaker reconoce que, como la fe misma, nuestra idea y nuestras creencias
acerca de la sexualidad no solamente están arraigadas en y orientadas por la Biblia. Como afirma
Brubaker, “Las doctrinas de la iglesia primitiva son parte de la historia. Lo que se nos enseñó acerca
de la sexualidad, acerca de nuestro ser, y de la iglesia también forma parte de la historia. ¿Qué se nos
enseñó acerca de la relación entre hombres y mujeres?”.
De hecho, la filosofía del cristianismo primitivo (incluyendo los conceptos sobre nuestro cuerpo y
nuestro ser sexual) estaba fuertemente influida por el “dualismo espiritualista”, fundado en prác-
ticas grecorromanas helenísticas. En Body Theology, el teólogo James B. Nelson explica que ese
dualismo era ajeno a las prácticas primitivas judías y cristianas, pero influyó en el pensamiento
cristiano posterior, especialmente en términos de nuestra manera de ver el cuerpo y la sexualidad.
Según la doctrina del dualismo espiritual, explica Nelson:
6
“La vida se compone de dos elementos antagónicos; el espíritu, que es bueno y eterno, y la carne
o materia, que es temporal, corruptible y pervertidora. Los aspectos sexuales del cuerpo son sede
particular del pecado”.1
Brubaker también analiza el impacto de esas filosofías en nuestra lucha tradicional histórica y
actual con la cuestión de la sexualidad, en el ámbito individual y colectivo.
Brubaker nos invita, como gente de fe, a sumar nuestra voz a los debates actuales en la iglesia y en la
sociedad sobre los temas del matrimonio, el divorcio, la orientación sexual, la identidad de género,
el aborto, el tráfico humano, la prostitución, y cómo debe responder la iglesia. ¿Cómo hallamos un
lenguaje común como cristianos para debatir estos asuntos?
• ¿Qué dicen realmente las Escrituras acerca de la sexualidad humana, y cómo podemos
y debemos entenderla en el mundo actual?
• ¿Cuáles son las responsabilidades de quienes entran (o están considerando la posibili-
dad de entrar) en una relación sexual?
• ¿Cuáles son las responsabilidades de quienes están casados?
• ¿Cuál es el lenguaje saludable e integral y el marco teológico para discutir la sexualidad
humana?
• ¿Cuáles, si es que hay alguno, de los “No. . .” establecidos por nuestros antepasados en
la fe, siguen vigentes para nosotros actualmente?
• ¿Cómo podemos expresar la “buena sexualidad” a los ojos de la iglesia y de un Dios
que nos ama?
• ¿Cuáles son nuestras responsabilidades corporativas para encarar el pecado individual
e institucional del tráfico humano, el abuso sexual de niños y adultos vulnerables, y el
abuso sexual y la opresión enraizada en el sexismo, el racismo, el heterosexismo, y el
abuso de poder?
El mundo observa y espera una palabra relevante, convincente, amorosa, desafiante y contundente
de parte del cuerpo de Cristo. Nuestro silencio o nuestros “No. . .” simplistas ya no son adecuados
para la gente a nuestro cuidado: para quienes afirman la fe cristiana y/o son miembros de la iglesia,
y para quienes buscan o necesitan de la comunidad espiritual.
Somos seres sexuales. Creados así por Dios. Se puede celebrar la sexualidad, pero también puede
ser explotada. El sexo puede acercarnos a la persona amada, pero también puede dividir comu-
nidades de fe. No obstante, estamos llamados a ser la amada comunidad de sanidad, integridad,
reconciliación, y amor. El propósito de este estudio es justamente buscar la manera de ayudarnos
unos a otros a encontrar sentido a la belleza y a la complejidad de la sexualidad. Abramos nuestro
corazón y nuestra mente para sumergirnos de lleno.
espero que te sirva