Según la infografía del primer semestre
del año 2020 de la Revista el BUHO,
señala las cantidades del CORONAVIRUS
EN EL PERÚ.
¿Podrías representar las cantidades en
porcentajes de los casos confirmados y el
número de hospitalizados?
Respuestas a la pregunta
Nos encontramos en un punto de la exploración espacial en que la NASA y sus socios internacionales van a volver a la Luna y comenzarán las misiones tripuladas a Marte (ver en Cienciorama “NASA y SpaceX, llévenme a la Luna”). Para poder lograrlo y garantizar el éxito futuro de las exploraciones, es necesaria la comprensión del impacto de los vuelos espaciales en la biología humana, con la finalidad de que se desarrollen estrategias que garanticen la salud de los astronautas durante y después de la travesía. Se sabe que los vuelos espaciales producen cambios en la fisiología humana por la exposición a la radiación y a la microgravedad presentes en el espacio. Además, se ha descrito que los astronautas que han permanecido en la Estación Espacial Internacional (EEI) han presentado problemas de salud como la pérdida de masa ósea y muscular, problemas inmunológicos y riesgos para la salud cardiovascular (ver en Cienciorama “Homo espacialis”). Sin embargo, hasta la fecha no se sabía con certeza de los mecanismos moleculares detrás de estas alteraciones fisiológicas en los astronautas.
Ahora, una investigación multidisciplinaria liderada por Afshin Beheshti de la División de Biociencias Espaciales de la NASA, muestra aspectos moleculares detrás de las afectaciones que presentan los astronautas durante los viajes espaciales, donde las mitocondrias juegan un papel fundamental. Los resultados se publicaron el 25 de noviembre en la revista Cell.
Las mitocondrias son estructuras pequeñas (organelos) dentro de las células que producen la energía necesaria para las funciones de un organismo. Cuando esa producción de energía se interrumpe, muchos de los órganos esenciales del cuerpo y el sistema inmunológico pueden verse afectados. Esta investigación indica que la diminución de la actividad de las mitocondrias contribuye a la pérdida de salud que enfrentan los humanos en el espacio.
En el estudio se utilizó un enfoque de biología de sistemas multi-ómico (transcriptómico, genómico, proteómico y epigenómico) utilizando perfiles biomédicos de cincuenta y nueve astronautas que han ido al espacio. El estudio de los astronautas gemelos Mark y Scott Kelly, uno de los cuales ha ido al espacio, y datos del GeneLab de la NASA (una plataforma que contiene grandes datos "ómicos" de biología espacial que se utilizan para investigar moléculas biológicas y sus efectos en la estructura y función del organismo) están también entre la información analizada. Esta comprende misiones espaciales de 2006 a 2017, y en ella se encuetran cuatro modelos de células humanas (fibroblastos, células endoteliales, células T y folículos pilosos), trece tejidos diferentes (once de ratón y dos de humanos) y dos cepas de ratones que estuvieron en la EEI.
Afshin Beheshti comenta en el portal de la NASA, que la primera pista sobre la conexión entre las mitocondrias y los vuelos espaciales provino de una investigación con roedores. "Cuando comparamos los tejidos de ratones que volaron en misiones espaciales separadas, notamos que la disfunción mitocondrial seguía apareciendo… Ya sea que analizáramos problemas en los ojos o en el hígado, las mismas vías relacionadas con las mitocondrias fueron la fuente del problema". Los hallazgos principales fueron alteraciones genéticas relacionadas con la función mitocondrial: la síntesis de ATP (principal molécula de energía), el transporte de electrones, la fosforilación oxidativa y el potencial de membrana, demostrando que los vuelos espaciales provocan un cambio general en la producción de energía en varios tejidos y tipos celulares.
Los datos sobre astronautas que han estado en el espacio y el estudio de gemelos idénticos de la NASA respaldaron estas observaciones. Los cambios incluyen la alteración de moléculas y la expresión de genes asociados a las mitocondrias, así como una disminución de las defensas antioxidantes y un aumento en los marcadores de estrés oxidante en sangre y orina.
Lo anterior es importante ya que la homeostasis energética del organismo cobra relevancia cuando se consideran misiones espaciales de duración prolongada, como la posible misión a Marte que durará al menos 560 días. Un aumento del estrés mitocondrial dependiente del tiempo podría tener efectos acumulativos en la fisiología de los astronautas, incluidos impactos en la cognición y el deterioro general de los astronautas que puedan hacer inviables los viajes futuros al espacio