Según GARCIA MAC GAW, ¿Cuáles fueron las causas del siglo III?
Respuestas a la pregunta
Respuesta: Corona por favor :-(
Crisis del siglo III (también anarquía del siglo III, anarquía militar o crisis imperial) supuso para la sociedad romana una etapa de fuerte crisis, que se puso de manifiesto a través de diferentes convulsiones de signo diverso, entre las que destacan la depresión económica, con el consiguiente empobrecimiento de la sociedad, la intensa presión de los pueblos bárbaros que amenazaban las fronteras del Imperio y una prolongada crisis política y militar motivada por los continuos cambios y usurpaciones en los puestos de los césares, con la implicación directa en esos hechos del ejército. El reinado del emperador Cómodo, el hijo de Marco Aurelio, cierra el periodo del despotismo ilustrado y comienza una nueva era de matanzas y miseria, cuya característica es el poder que posee el ejército para decidir a su antojo el destino del Estado. El ejército que antes había sido el servidor del Imperio, se convierte en amo y actúa por medio de gobernantes a los que entroniza o derroca a su capricho y sin justificación alguna. Cómodo reinó del 180 al 192 done. Es un segundo Nerón o Domiciano; nos recuerda a los peores gobernantes de la Dinastía Julio-Claudia. Absorto en su propia persona, pasó toda su vida en continuo libertinaje, entregado a su morbosa pasión por el arte de los gladiadores. Descuidó los asuntos militares y administrativos; fundó todo su poder en la guardia pretoriana y apenas tuvo contacto con los ejércitos provinciales. Se dio la consecuencia natural: como había ocurrido en tiempos de Domiciano, surgió una fuerte oposición que tomo idéntica línea de acción. Fue resultado inmediato de la paz que Cómodo concluyó con los germanos, considerada por las clases superiores del Imperio como una traición y vergüenza. El emperador respondió con medidas violentas: algunos senadores fueron ajusticiados y se les confiscaron los bienes. Esa violencia condujo a una intriga palaciega que costó la vida al Emperador. Como en el año 69, el "año de los cuatro emperadores", el éxito de la conspiración llevó a la guerra civil. Los ejércitos provinciales aprovecharon la muerte a Cómodo para elevar al trono a sus favoritos. El senado eligió a M. Helio Pertinaz para ocupar el trono vacante, en la esperanza de que restauraría la tradición de los Antoninos. Pero Pertinaz pronto fue asesinado por los pretorianos ensoberbecidos por los favores de Cómodo. Dé inmediato, vendieron la sucesión a un rico senador, Di dio Juliano. Los ejércitos provinciales se negaron a aceptar imposiciones de los pretorianos y Lucio Septimio Severo, comandante de los ejércitos de Panonia, en el Danubio, encontró fácil marchar sobre Roma con sus ilirios y tracios, con el pretexto de vengar a Pertinaz; se había adelantado así a dos posibles rivales, Clodio Albino y Fescenino Níger, que mandaban ejércitos poderosos en Britania y Siria. Severo venció con facilidad a los pretorianos y tomó a Roma casi sin lucha, degradó a todos los pretorianos y escogió a los mejores hombres de su propio ejército para ocupar sus puestos; la mayoría de estos eran labradores tracios o ilirios.
Tuvo mas dificultad en terminar con sus poderosos rivales del norte y del este, pero demostró ser el más fuerte: engaño a Albino prometiéndole hacerlo su heredero y aprovecho los errores los errores de Fescenino en la conducción de su ejército. Después saldo sus cuentas con todos los que no estaban de su parte en Roma o en Italia y las provincias, condenándolos a muerte y confiscando todos sus bienes. De este modo, llegó a ser el gobernante indiscutido del Imperio. Septimio Severo no abrigaba la intención de restablecer las tradiciones de la época de Augusto. Oficialmente se dijo hijo de Marco Aurelio y hermano de Cómodo, un Antonino y sucesor de una línea de Antoninos, pero su real era en completo diferente de la aquéllos. Sus opiniones políticas se concretan en las ultimas palabras que dirigió, en su lecho de muerte, a sus hijos y sucesores, Caracalla y Geta: "tened una sola idea: enriqueced a los soldados; no os preocupéis de los demás". Su poder se fundaba por entero en la fidelidad de los soldados y, por ese motivo se dedicó toda su atención y su persona al ejército. Desconfiaba en la aristocracia romana y mantuvo a distancia mediante su guardia semibárbara y la "legión parta" que reclutó y apostó en Albano, cerca de Roma. No intentó ninguna alteración en el sistema de gobierno: probablemente lo consideró innecesario. Pero, con sus actos, trazó las líneas de la evolución futura, que despojaría a la clase senatorial de los comandos del ejército y de los gobiernos provinciales para sustituirla por oficiales del ejército. Sin embargo, en general, fue un concienzudo gobernante del Estado. En sus relaciones con las provincias, después de derrotar a sus dos rivales, fue fiel a las tradiciones establecidas por los Antoninos.