Religión, pregunta formulada por 62033387bcarrion, hace 9 meses

Según el Papa Francisco cómo debe ser la oración de los cristianos. porfa ayuda

Respuestas a la pregunta

Contestado por amaditofrias
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Respuesta:

la oración de los cristianos tiene que ser una oración profunda y que salga del corazón no pedir mucho sino agradecer lo que hemos vivido porque ya Dios sabe lo que necesitamos

Explicación:

ser agradecido

Contestado por asthri25
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Explicación:

La oración del cristiano nace, en cambio, de una revelación: el "Tú" no ha permanecido envuelto en el misterio, sino que ha entrado en relación con nosotros. El cristianismo es la religión que celebra continuamente la "manifestación" de Dios, es decir, su epifanía. Las primeras fiestas del año litúrgico son la celebración de este Dios que no permanece oculto, sino que ofrece su amistad a los hombres. Dios revela su gloria en la pobreza de Belén, en la contemplación de los Reyes Magos, en el bautismo en el Jordán, en el milagro de las bodas de Caná. El Evangelio de Juan concluye el gran himno del Prólogo con una afirmación sintética: "A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, él lo ha contado". Fue Jesús el que nos reveló a Dios.

La oración del cristiano entra en relación con el Dios de rostro más tierno, que no quiere infundir miedo alguno a los hombres. Esta es la primera característica de la oración cristiana. Si los hombres siempre estaban acostumbrados desde siempre a acercarse a Dios un poco intimidados, un poco asustados por este misterio, fascinante y terrible, si se habían acostumbrado a venerarlo con una actitud servil, similar a la de un súbdito que no quiere faltar al respeto a su Señor, los cristianos se dirigen en cambio a Él atreviéndose a llamarlo con confianza con el nombre de "Padre". Todavía más, Jesús usa otra palabra: “papá”.

El cristianismo ha desterrado del vínculo con Dios cualquier relación "feudal". En el patrimonio de nuestra fe no hay expresiones como "sometimiento", "esclavitud" o "vasallaje", sino palabras como "alianza", "amistad", “promesa”, "comunión", “cercanía”. En su largo discurso de despedida a los discípulos, Jesús dice así: "No os llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca; de modo que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo conceda." (Jn 15, 15-16). Pero este es un cheque en blanco: “Todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo concedo”.

Dios es el amigo, el aliado, el esposo. En la oración podemos establecer una relación de confianza con Él, tanto que en el "Padre Nuestro" Jesús nos ha enseñado a hacerle una serie de peticiones. A Dios podemos pedirle todo, todo, explicarle todo, contarle todo. No importa si en nuestra relación con Dios nos sentimos en defecto: no somos buenos amigos, no somos hijos agradecidos, no somos cónyuges fieles. Él sigue amándonos. Es lo que Jesús demuestra definitivamente en la última cena, cuando dice: "Esta copa es la nueva alianza en mi sangre, que es derramada por vosotros". (Lc 22,20). En ese gesto Jesús anticipa en el Cenáculo el misterio de la Cruz. Dios es un aliado fiel: si los hombres dejan de amar, Él sigue amando, aunque el amor lo lleve al Calvario. Dios está siempre cerca de la puerta de nuestro corazón y espera que le abramos. Y a veces llama al corazón pero no es invadente: espera. La paciencia de Dios con nosotros es la paciencia de un papá, de uno que nos quiere mucho. Yo diría que es la paciencia junta de un papá y de una mamá. Siempre cerca de nuestro corazón, y cuando llama lo hace con ternura y con tanto amor.

Tratemos todos de rezar de esta manera, entrando en el misterio de la Alianza. A meternos en oración entre los brazos misericordiosos de Dios, a sentirnos envueltos por ese misterio de felicidad que es la vida trinitaria, a sentirnos como invitados que no se merecían tanto honor. Y a repetirle a Dios, en el asombro de la oración: ¿Es posible que Tu sólo conozcas el amor? El no conoce el odio. El es odiado, pero no conoce el odio. Conoce solo amor. Este es el Dios al que rezamos. Este es el núcleo incandescente de toda oración cristiana. El Dios de amor, nuestro Padre que nos espera y nos acompaña.

Saludos en español

Saludo cordialmente a los fieles de lengua española que siguen esta catequesis a través de los medios de comunicación social. Los animo a entablar esa relación filial, de amistad y confianza con el Señor, pidiéndole lo que necesitan para su vida y, de manera particular, por aquellos que están a nuestro lado y sabemos que están necesitados, para que Dios, como Padre bueno, haga brillar su rostro sobre ellos y les conceda la paz.

Que Nuestra Señora de Fátima, cuya memoria celebramos hoy, interceda por cada uno de ustedes

Dios te bendiga y me des coronita


santanacastroyesica: buen copy paste
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