Según Chiaramonte, ¿Cuáles eran las nociones de pueblo y nación hacia
1810?
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Respuestas a la pregunta
1Durante siglos*, una enorme cantidad de definiciones han pretendido dar respuesta a esta interrogante. Desde nociones simplistas y elementales, hasta elaboradas y complejas, pareciera ser imposible encontrar un significado estándar que calce a la realidad de cada sociedad. Como los espacios en que se desarrollan, el concepto de nación ha evolucionado de acuerdo a circunstancias históricas específicas y que han sido consideradas trascendentes por reformular sociedades o darles una configuración novedosa. A partir del desarrollo de los estados nacionales el último cuarto del siglo XIX, una nación era una unidad cultural homogénea, caracterizada por costumbres, prácticas sociales, valores morales, modos de relaciones interpersonales, lenguaje, rituales, mitos, rasgos de temperamento, un sistema común de significados, un conjunto de entendimientos tácitos y simpatías implícitas, etc. De ese modo, adquiría una identidad distintiva o individualidad que la distinguía claramente de las otras.
2La exacerbación de los nacionalismos europeos transformaría a las naciones en entes formadores y moldeadores de sus miembros como tipos específicos de personas, dotándolos de una identidad específica, estructurando su personalidad y dándole significado a sus vidas. Aunque la nación existía en ellos y por ellos, era antológicamente anterior a ellos y los trascendía de modo que fuera posible que pertenecieran a “ella”. Para los autores nacionalistas, la identidad nacional era la última base de la identidad y más alta que otras identidades. El individuo era primordialmente un miembro de una nación específica y, a través de ella, de la especie humana.
3La realidad latinoamericana ha estructurado un ideal de nación diferente acorde a su propio recorrido por la historia. La mayoría de las naciones de la región se entienden necesariamente ligadas a un territorio específico, relacionándose con él más o menos de la misma manera que la persona humana está relacionada con su cuerpo. La nación y su territorio estaban íntimamente ligados y pertenecían el uno al otro. Privarla de una pulgada de su territorio era, incluso, violar su integridad física y cultural. Además del territorio, la nación es un cuerpo constituido por personas ligadas por lazos de sangre, casamiento y descendencia común, básicamente como una familia extendida cuyos miembros pertenecían a la misma estirpe cultural y eran unidos por lazos profundos de mutua lealtad y solidaridad. Sus predecesores eran sus “antepasados” o “ancestros” a los cuales debían una profunda “piedad” y reverencia y cuya “herencia” o “patrimonio” tenían la obligación de preservar. En otras palabras, nación es la comunidad de los ciudadanos viviendo bajo el mismo régimen o gobierno y teniendo una comunión de intereses; la colectividad de los habitantes de un territorio con tradiciones, aspiraciones e intereses comunes, y subordinados a un poder central que se encarga de mantener la unidad del grupo.
4Algunos investigadores, a diferencia de lo anteriormente señalado, afirman que no es más que un principio de unidad de la comunidad imaginada, y conformando una teoría o doctrina política. Otros, insistiendo en lo abstracto del término, si bien reconocen que todo discurso sobre la nación es histórico en la forma, es igualmente apologético en su esencia. Al constituirse en relato, la nación se presenta como una objetivación discursiva de la realidad que describe y, por ello, la creación de imágenes representativas de la nación se constituiría en el cuerpo de símbolos estructurales de un orden social, que muchas veces escapan a la realidad objetiva.
5Más allá de las diferencias definitorias, y de su existencia o no, el estudio de nación encierra una complejidad mayor: su origen. Su percepción no obedece a una serie de acontecimientos específicos y aislados, sino a un proceso continuo en el tiempo, en donde los problemas de legitimidad e identidad representan los primeros desafíos en el proceso de su formación. En este sentido, parecen ser fundamental la existencia de un conjunto de elementos institucionales que fomenten la identificación y estimulen el compromiso de los individuos con un ideal indeterminado, pero perceptible. Junto a ello, es necesario desarrollar medios y organizaciones para la proyección social y la cultura política, (como escuelas, ritos y símbolos), y garantizar la observación de los reglamentos y el cumplimiento de la responsabilidad gubernamental.