¿se pueden morir las ciudades?
Respuestas a la pregunta
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si
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La historia nos muestra casos de ciudades que nacen y que mueren. Esos ejemplos de desapariciones urbanas responden a múltiples causas, entre ellas, catástrofes naturales, incendios devastadores, destrucciones bélicas, o bancarrotas económicas. Aunque la historia también nos ofrece otras muchas ciudades que han padecido esos cataclismos y han logrado volverse a levantar, exhibiendo una gran resiliencia. Resiliencia es la capacidad de sobreponerse ante el infortunio y por eso, la “resiliencia urbana” es la capacidad de las ciudades para recuperarse frente a los contratiempos sufridos, reinventándose y saliendo fortalecidas hacia el futuro.
Las ciudades resilientes lo son porque sus gentes resisten, pero son muchas las ruinas que nos recuerdan que no siempre es posible recuperarse. Encontramos ejemplos de ello en todos los continentes y en todas las culturas: Pompeya y Herculano (Italia) quedaron enterradas por las cenizas producidas por la erupción del Vesubio; Timgad (Argelia) sufrió la caída del imperio romano y los saqueos posteriores la llevaron a una decadencia irreversible; Angkor (Camboya) fue abandonada por el declive de la civilización que la creó y sería fagocitada por la selva; Machu Picchu (Perú) sufrió también la decadencia del imperio inca y fue incapaz de adaptarse al mundo que le sucedería; o, la estratégica Petra (Jordania), que dejó de serlo por la modificación de las rutas comerciales y de los sistemas de transporte, quedando olvidada.
Otras ciudades también sufrieron avatares muy traumáticos que estuvieron a punto de hacerlas sucumbir, pero se rehicieron. La Roma medieval abandonó la ciudad imperial y se refugió en el Campo de Marte, junto al río Tíber, menguando considerablemente y olvidando su esplendoroso pasado. Tuvieron que llegar los Papas renacentistas para crear esa “Seconda Roma” que superó las dificultades y emergió de sus cenizas como un ave fénix monumental que lideraría a la cristiandad. El caso de Lima es paradigmático, ya que la capital peruana logró sobreponerse a varios seísmos de extraordinaria magnitud, renaciendo tras ellos. Incluso en tiempos mucho más cercanos, ciudades como Rotterdam, Hamburgo o Dresde, por citar algunas, se enfrentaron a su destrucción casi absoluta durante la Segunda Guerra Mundial. Afortunadamente también sobrevivieron y se reconstruyeron, algunas mimetizando su pasado (como es el caso de las alemanas citadas) y otras, como la ciudad holandesa, reencarnándose en una nueva urbe con un planteamiento moderno.
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