se puede justificar las dictaduras como forma de gobierno
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Respuesta:
En la tradición republicana de Europa y América, basada en la soberanía popular y la elección del titular del poder ejecutivo, es difícil justificar la permanencia de una misma persona como jefe de Estado de un país, durante medio siglo. Difícil, digo, pero no imposible, ya que las justificaciones provienen, precisamente, de quienes consideran que la personalización del poder es algo injusto y dañino, pero necesario.
Históricamente, las justificaciones y las experiencias de un fenómeno así han estado asociadas a circunstancias excepcionales: una revolución, una guerra, un estado de emergencia, un escenario de anarquía o fragmentación del territorio nacional. Sin embargo, en la mayoría de los casos, esas condiciones "excepcionales" se han visto dilatadas artificialmente con tal de encubrir la voluntad del tirano, la cobardía de las élites o el miedo del pueblo.
Todos los dictadores de la historia moderna occidental (Cromwell, Napoleón, Rodríguez de Francia, Bismarck, Porfirio Díaz, Mussolini, Stalin, Hitler, Franco, Pinochet…) han basado sus poderes unipersonales y permanentes en coyunturas críticas o excepcionales. Cromwell y Bismarck, por ejemplo, aunque actuaron en momentos de revolución parlamentaria y riesgo de fragmentación territorial de sus respectivas naciones, nunca cedieron a la tentación monárquica. Napoleón sí, con la coronación imperial de 1804, aunque desde 1799 ejercía una dictadura republicana.
Los dictadores del siglo XX tuvieron a su disposición un artefacto más apropiado que la monarquía o el imperio para perpetuarse en el poder: el Estado totalitario. En ese nuevo modelo antidemocrático, sólo era necesario encabezar el "movimiento" o el "partido" para legitimar la permanencia en el poder. En totalitarismos de derecha, como el nazismo y el fascismo, el partido, aunque subordinado al Duce o al Führer, controlaba la sociedad civil por medio de corporaciones.
En el totalitarismo de izquierda, o sea, el comunismo, la dominación corporativa de la sociedad era similar, pero, en teoría y en buena parte de la experiencia histórica, la relación entre el partido y el líder era distinta: aquel subordinaba a éste. Después de Stalin y después de Mao, los dos grandes comunismos del siglo XX, el soviético y el chino, se acercaron a esa racionalidad más burocrática que carismática.
Explicación:
Revolución, comunismo, peligro de invasión… Los sucesivos argumentos del castrismo tras casi cincuenta años en el poder.