Filosofía, pregunta formulada por yeseniaestrada022004, hace 2 meses

¿Se puede decir que Aristóteles es antidemocrático?

Respuestas a la pregunta

Contestado por giulimartinig
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La hipótesis de trabajo de estas páginas parte del hecho de que, en la sociedad y en el estado de derecho occidental de nuestro tiempo, se da por sentado que el mejor sistema de gobierno es el de la democracia. Esta creencia está asumida de tal modo que el calificativo de antidemocrático para un pueblo, un estado o un partido político pretende tacharlo de injusto, anticuado y anti moderno. Para ello se apela a los fundadores del estado moderno y a las duras luchas que lograron su consolidación y las diversas formas que ha terminado adquiriendo; pero se apela también a los antiguos, a la forma democrática de gobierno de las ciudades griegas antiguas de la época de Aristóteles. Pero es esta apelación la que debería arrojar claridad sobre la imperiosa necesidad actual de someter a crítica el dogma contemporáneo de la democracia: no para abandonarla, desde luego, sino para volver de continuo a sus raíces, a sus motivaciones, a sus alcances y también a sus límites. El propio Aristóteles, en la Política, sabe que el mejor sistema de gobierno es aquel que el pueblo decida darse, asunto que como pueblo habrá de discutir. La reflexión tiene una primera parte en la cual se justifica la necesidad de someter a crítica la democracia; en un segundo momento, con el apoyo de Aristóteles, se destaca la relación entre logos, deliberación y comunidad en relación con el mejor sistema de gobierno que un pueblo debe tener; en un tercer momento se problematiza la relación entre democracia y representación en nuestro tiempo; y la conclusión sostiene que ciudad ha de ser igual a justicia, contrariamente a lo que le sucede a nuestro tiempo.

Justificación de la crítica a la democracia

¿Por qué precisa empezar una meditación sobre la crítica a la democracia justificando su necesidad?; ¿acaso no pertenece a la esencia de la democracia alimentar en su seno la reflexión sobre sus alcances y sus límites? En la compresión de término medio de nuestro tiempo ha venido a ser una especie de dogma social y político, tanto entre los entendidos como entre los ciudadanos en general, que el mejor régimen de gobierno para un pueblo es el democrático. O dicho de manera más directa: hoy se da por sobre entendido que todo pueblo, sin excepción, ha de gobernarse democráticamente; y a la exigencia de democracia se la representa conforme a unas imágenes muy determinadas, mediadas por los países cuyos gobiernos son dominantes en términos políticos y, sobre todo, económicos. El carácter dogmático de la creencia en la democracia merece ser criticado, puesto en tela de juico, explorado en sus límites y sus alcances. ¿Es verdad que la democracia es el mejor régimen de gobierno que un pueblo puede darse?; ¿Cuáles son las razones para sostener esta tesis?; ¿es verdad que los países que se precian de ser tenidos como los más avanzados de occidente son democráticos?; ¿es verdad que los países que se presentan ante la comunidad internacional como países con gobiernos democráticos consolidados, o en vías de consolidación, están preocupados porque sus sociedades vivan bajo un régimen que procure de forma permanente el bien de sus ciudadanos, de manera que buscan lo bueno y lo justo para todos, tal como debiera ser en toda democracia?; ¿en qué medida puede decirse que México es un país democrático?

Hay un abismo de diferencia entre la democracia de la antigua ciudad griega, horizonte del pensamiento de Aristóteles, cuya filosofía política nos sirve de referencia para esta meditación, y la democracia de los estados modernos y contemporáneos, en virtud de las circunstancias históricas de las diversas épocas. Sin embargo, un principio que está en la base de ambos intentos es más o menos el mismo: que no sea un sólo individuo, o un grupo de individuos, el que tenga el poder de gobernar a la población de manera permanente, sino que el poder de gobernar esté en todos los ciudadanos, en el pueblo. Es el principio que llamaré de la κοινονία. Otro principio, que también está en la base, dice que el régimen de gobierno debe generar las condiciones para que los ciudadanos tengan una vida buena y justa de manera permanente. Es el principio de ‘la vida permanente’.

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