Se apareció un lluvioso día de octubre, cuando todavía era una débil y tímida ranita. De inmediato se fue a vivir en el estanque, allí, en el centro del jardín, donde también habitaban los peces de colores.
Con el pasar de los días, la extraviada ranita, saltando y brincando, muy pronto creció y en una grande y hermosa rana se convirtió.
Pero esta rana no era como las otras ranas que habíamos conocido.
Rana no croaba, simple y llanamente porque se creía princesa. Y como no croaba, ni otros sapos, ni otras ranas sabían de su existencia.
Suceso que no le preocupaba, ya que se la pasaba recolectando y mirando recortes de revistas viejas en busca de un príncipe azul que la librara de tan cruel encanto. Princesa soñadora le decíamos, y era que, según ella misma nos contaba, una malvada bruja la había hechizado. Convirtiéndola para su desgracia y desdicha, en la horrible y fea rana que ahora ella se crecía.
-mírate en las cristalinas aguas del estanque, y fíjate de una vez por todas lo bella que tú eres
-le insistía conciliadora, como siempre, su amiga paloma torcaz, quien a menudo se acercaba a la orilla del estanque a saciar su sed.
Pero por más que en el agua se miraba, princesa soñadora no lograba comprender el porqué de las consoladoras palabras de paloma torcaz.
-ojala y venga muy pronto tal príncipe azul que tanto espero y en su carruaje de oro a su castillo me conduzca.
Entre tules y finas cortinas de seda con mucho gusto viviría y principitos y princesitas a la real corte yo daría.
¿Será este o será aquel, mi tan esperado príncipe azul? – y entre besos y besuqueos, las viejas fotos ella tiraba, despertando un creciente enojo en los peces de colores, quienes preocupados por su vida contemplaban como la rana soñadora, de basura el fondo del estanque les llenaba. Para evitar que su amiga rana, contaminase el espejo de agua por completo y causara, por lo tanto, una tragedia mayor, tuvo que ir paloma torcaz de estanque en estanque revelar la noticia. De que en el abandonado jardín de la tía teresa, vivía una rana soñadora que se creía princesa. De los alrededores, sapos y ranas, alertados no se hicieron esperar.
De los primeros en llegar, fueron el sapo visor y la rana curandera. el uno husmeando por aquí y por allá y la otra, ofreciendo cura milagrosa para toda clase de mal. Pero la gran sorpresa se la llevó la rana abuela, quien reconoció en princesa soñadora a una de sus nietas queridas, arrastrada una mañana de torrencial aguacero por uno de los muchos arroyuelos que en época de lluvia inundan el parque donde ella había nacido. Dando brincos no acordes con su edad, la rana abuela fue y le aviso enseguida a los padres de la ranita extraviada, quienes llenos de ansiedad. Se trasladaron de inmediato al jardín donde la rana soñadora se encontraba.
Los sapos solterones, los más entusiasmados, a la rana soñadora enseñaron a croar y papa y mama rana al escuchar aquellos primeros croaquidos, a su emocionada hija que creían fallecida! y a la luz de la luna llena sapos y ranas festejaron aquel feliz encuentro con su familia real y verdadera y en plena fiesta, la princesa escogió como compañero de baile a un sapo bailarín.
¡Su príncipe azul, su sapo encantado! y, aunque ya no habrían ni cortes ni carruajes de oro, ni mucho menos tules ni finas cortinas de seda, solamente ranitas y sapitos, igual de feliz o quizás más de lo pensado, la princesa rana y su sapo enamorado compartieron con los suyos la dicha del amor.
Y así fue, como gracias al ingenio de paloma torcaz, los peces de colores salvaron su vida y la rana soñadora a su vez, pudo encontrar junto a su sapo bailarín la tan soñada felicidad.
1.) cuáles son los valores y antivalores del cuento?
2.) que moraleja dejo el cuento?
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No se puede que te salga en google
sneutro8:
no
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