*sacar un resumen de la pagina 1 hasta la 15 del libro colmillo blanco*
por favor es para hoy
Respuestas a la pregunta
Explicación:
espero que te ayude,,,,,,
Respuesta:
Por la pendiente del helado cauce bajaba penosamente una hilera de perros que parecían más bien lobos. El aliento se les helaba en el aire en cuanto salía de su boca, era despedido hacia atrás en vaporosa espuma hasta posarse en sus pies, en donde se cristalizaba. Los perros llevaban sendos jaeces* de cuerpo, como tirantes, que los mantenían unidos a un trineo que arrastraban. La parte delantera del trineo estaba vuelta hacia arriba, a fin de que pudiera penetrar por la gran ola de nieve blanda que le dificultaba el paso.
Atada fuertemente sobre el trineo, se veía una caja estrecha y larga, rectangular. Delante de los perros, calzando anchos y blandos zapatos de pelo para la nieve, avanzaba trabajosamente un hombre. Detrás del trineo iba otro. Menguaba, cada vez más rápidamente, la pálida luz del día, corto y sin sol, cuando en medio del aire en reposo resonó un grito débil y lejano.
El hombre que iba al frente del trineo volvió la cabeza y cruzó la mirada con el que iba detrás. Entonces se oyó un segundo grito que pareció elevarse en el aire perforando aquel silencio con la sutil penetración de una aguja. -Nos persiguen, Bill -dijo el hombre que iba delante del vehículo. Como había oscurecido ya por completo, desviaron los perros hacia un grupo de abetos al borde del cauce, y allí acamparon.
Los perros lobo, agrupados al otro lado de la hoguera, gruñían y se peleaban, pero sin mostrar el menor deseo de perderse entre la oscuridad. -Me parece, Henry, que es digno de tomar en cuenta eso de que se hayan quedado tan cerca de nosotros -comentó Bill. Henry, en cuclillas junto a la lumbre y apoyando la cafetera con un pedazo de hielo, asintió con la cabeza.
Bill movió dubitativamente la cabeza y objetó
Como íbamos diciendo, Henry, tenemos seis perros. -Seis perros tenemos -insistió el otro tranquilamente-. -Pues no tenemos más que seis perros. Entonces conté los perros y aún había seis.
Tú mismo observaste la barahúnda que armaron los perros. De todas partes se elevaban los gritos, y de tal modo impresionó aquello a los perros, que se apretaban, aterrorizados, unos contra otros, tan cerca de la lumbre que el pelo se les chamuscaba. Lo que es cuando tú y yo nos muramos, Henry, podremos darnos por satisfechos con que haya bastantes piedras sobre nuestro esqueleto para evitar que los perros nos desentierren. La intranquilidad de los perros había ido en aumento y huían, presa de repentino terror, hacia el lado del fuego donde estaban los hombres, entre cuyas piernas se arrastraban.
En medio del tumulto, uno de los perros cayó rodando al borde mismo de la hoguera, aullando de dolor y de miedo, mientras el aire olía a pelo quemado.