rumen de el cuento el dragon crito por Ray bradbury
Respuestas a la pregunta
Espero que te sirva,la verdad si es largo
Explicación:
La noche soplaba en el escaso pasto del páramo. Tiempo atrás, se habían desmoronado algunos pedruscos convirtiéndose en polvo. Las luces del fuego subían y bajaban por los rostros despavoridos y se volcaban en los ojos como jirones anaranjados. Cada uno de los hombres espiaba la respiración débil y fría y los parpadeos de lagarto del otro.
Al fin, uno de ellos atizó el fuego con la espada.
-¡Qué importa! -dijo el otro hombre-. El dragón puede olernos a kilómetros de distancia.
Los dos hombres se quedaron quietos. Aguardaron largo tiempo, pero sólo sintieron el temblor nervioso de la piel de los caballos, como tamboriles de terciopelo negro que repicaban en las argollas de plata de los estribos, suavemente, suavemente. La furia del dragón es tan inmensa que los muros de las torres se conmueven y vuelven al polvo.
-No, no -murmuró el segundo hombre con los ojos cerrados-. En este páramo no hay Tiempo, hay sólo Eternidad. Y aquí estamos los dos, solos, en la comarca del dragón de fuego. ¡Que Dios nos ampare!.
Ay, vistamos nuestra armadura, moriremos ataviados. Enfundado a medias en el corselete de plata, el segundo hombre se detuvo y volvió la cabeza. En el extremo de la oscura campiña, henchido de noche y de nada, en el corazón mismo del páramo, sopló una ráfaga arrastrando ese polvo de los relojes que usaban polvo para contar el tiempo. En el corazón del viento nuevo había soles negros y un millón de hojas carbonizadas, caídas de un árbol otoñal, más allá del horizonte.
Era un viento que fundía paisajes, modelaba los huesos como cera blanda, enturbiaba y espesaba la sangre, depositándola como barro en el cerebro. Los hombres vistieron las armaduras y montaron los caballos en silencio. Un monstruoso ronquido quebró la medianoche desierta y el dragón, rugiendo, se acercó y se acercó todavía más. La deslumbrante mirilla amarilla apareció de pronto en lo alto de un cerro y, en seguida, desplegando un cuerpo oscuro, lejano, impreciso, pasó por encima del cerro y se hundió en un valle.
En ese instante, el dragón rodeó un cerro. El monstruoso ojo ambarino se clavó en los hombres, iluminando las armaduras con destellos y resplandores bermejos.
La lanza golpeó bajo el ojo amarillo sin párpado y el hombre voló por el aire. El dragón se le abalanzó, lo derribó, lo aplastó y el monstruo negro lanzó al otro jinete a unos treinta metros de distancia, contra la pared de una roca.
No me gusta detenerme en este páramo. Una ráfaga de humo dividió la niebla. El tren nocturno, de fuego y furia, entró en un barranco, trepó por una ladera y se perdió a lo lejos sobre la tierra helada, hacia el norte, desapareciendo para siempre y dejando un humo negro y un vapor que pocos minutos después se disolvieron en el aire quieto.
Respuesta:
Anticipación del tema central del cuento: el momentáneo entrecruzamiento de pasado y futuro. Se insinúa, por medio de una compleja metáfora, que la ráfaga que sopla en el corazón mismo del páramo no es de viento sino de tiempo: arrastra el polvo de los relojes de arena, las hojas que pueden caer de los árboles durante mil años, la sucesión de cambiantes paisajes y el tránsito de generaciones enteras. Si releemos el párrafo que describe la ráfaga, podemos advertir que cada uno de los elementos insinúa el paso de vastos períodos. La extraña ráfaga, el verde cristal del relámpago, la súbita lluvia, pasando como sin ser vistos por encima de los dos hombres, ubicados cada vez más claramente fuera de las dimensiones reales del tiempo, "y el sitio no era sitio para el hombre y no había año ni hora sino sólo dos hombres en un vacio sin rostro ... ", todo ello lleva a un punto de máxima tensión la expectativa creada por el cuento.
La súbita irrupción del dragón y el combate llevan al lector a creer en un desenlace, aquel que se fue preparando, sugiriendo, anticipando a lo largo de todo el relato: la derrota de los dos caballeros, ya vencidos por su terror, aun antes de pelear y la victoria del monstruo, infinitamente más poderoso.