RRRIIINNNN!!! Roberta abre un ojo, luego el otro, y enseguida recuerda: ¡hoy comienza las clases! Ya no tiene sueño. Salta de la cama, muy emocionada y sale disparada hacia el baño. Mientras se cepilla los dientes, Roberta piensa en la escuela y, de repente, siente unas cosquillitas de miedo en la barriga. -Al fin voy a volver a ver a mi amiga Mimí-piensa Roberta. Cuando está lista, entra a la cocina a desayunar. Pero, como cosa rara, no tiene ganas de comer. Las cosquillitas en la barriga le han quitado el hambre. Ya es hora de partir. Con su mochila a cuestas y todos sus cuadernos nuevos, Roberta sale de su casa y espera el ascensor para bajar. Ahí están la señora Martínez, que se ha puesto demasiado perfume y el Señor David Costa, que ocupa casi todo el ascensor. Como de costumbre, Roberta les da los buenos días al entrar y luego se despide. Va a buscar su motoneta eléctrica, que está estacionada al fondo del garaje. Gracias a “Robinet”, su súper-motocicleta, Roberta no va a llegar tarde a la escuela. En el camino, piensa en las maravillosas vacaciones que pasó con su amigo Grorex. ¡Grorex es adorable! Frente al portón de la escuela, Roberta siente que las cosquillitas en la barriga se hacen más fuertes. Todos están en el patio, pero ella no conoce a nadie. Hasta que al fin escucha na voz detrás de ella. –Hola, Roberta. -¡Eres tú, Mimí!-contesta Roberta-¿Qué te hiciste? Te ves rara. Al oír esto, Mimí se deshace en llanto. –Ay, ayer fui a la peluquería Cachorra Linda y mira cómo quedé. Quería estar bonita para el primer día de clases, pero ¡estoy horrorosa! Roberta no tiene tiempo de consolar a su amiga, porque en eso suena la campana y las dos tienen que ponerse en fila para entrar a clases. Desde su pupitre, Roberta se voltea a ver a Mimí. –La verdad es que no se ve tan mal con esas mechas rosadas-piensa Roberta. Al terminar las clases, Roberta le ofrece a Mimí una lengua de gato y le pregunta si quiere que la lleve a su casa. Atraviesan las calles felices de estar juntas…pero de pronto, comienza a llover. Al llegar a casa de Mimí, están empapadas y muertas de frío. -¡Mira, Mimí!- exclama Roberta- ¡Te estás destiñendo! –Yupiii!- responde Mimí- ¡Lo único que queda de mi peinado son estos charcos rosados! ¡Qué alivio!- dice- Me siento mucho mejor así. Ven, Roberta, vamos a celebrar. Roberta y Mimí se sientan a tomar una deliciosa taza de chocolate
caliente acompañada de bizcochitos de miel.
¿Qué podemos reflexionar acerca de la historia de Roberta?
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Que asemos ? No lo sé
zeustakemyruizguzman:
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