resumen mediano de 21 líneas de la leyenda el hombre que desafío al sol
Respuestas a la pregunta
Contestado por
1
En el pueblo de Sama Grande, en Tacna, había un hombre que se jactaba de ser invencible en juegos de azar, y alardeaba de que todavía no había nacido sobre la tierra una persona que pudiera ganarle. Y de veras, jugando a las damas y a las cartas ninguno de sus paisanos ni gente de los pueblos vecinos podía vencerlo. Un día llego, no se sabia e donde, un arriero que desafío al sameño a medirse con él. Y como hubo aceptación de parte del retado, se dio inicio al juego ante la expectación general. Partida tras partida, el sameño fue despojando al hombre de sus mulas, su carga hasta de sus dientes de oro. Cuando ya iba a dejarlo desnudo jugándole sus ropas, el arriero, agudizando su ingenio, empezó, de manera increíble, a voltearle el juego y, en poco tiempo, recuperó todas sus pertenencias. Los observadores no salían de su asombro. Después, en sucesivas partidas, le gano al sameño todo su dinero, sus pequeñas propiedades y las demás cosas que poseía.
Este no tenia ya qué jugar para intentar recuperar algo de lo que había perdido. Entonces el forastero, que no era otro que el mismo Supay, el demonio, le pidió que apostara su alma. El otro aceptó. Pero volvió a perder. Este vez el extraño le hizo una propuesta: le devolviera su alma y todas sus pertenencias si es que desafiaba al Inti, el dios sol, su enemigo jurado, y le ganaba sus rayos.
<<Así-pensaba el demonio-, sólo habrá tinieblas y yo podre reinar y ser dueño del mundo>>.
Y como el sameño estuvo de acuerdo, le enseño todas sus tretas para ganarle al Sol.
Mas, antes de enfrentarse, le aconsejó al Supay que debía primero ensayarse jugándole partidas a todo aquel que se le presentara. Y fue así como el sameño le gaño a un pobre sastre, sus tijeras, su pulsera al relojero, sus tenazas a un herrero, sus ojos vivos al ratón y sus patas a la araña.
Feliz de haber ganado tantos trofeos, se los puso en el cuerpo, y ahora si se sintió preparado para desafiar al Inti. Dirigiéndose a los cielos, le hablo al Sol de seta manera: -Señor-le dijo-, sé que allí en tu palacio sueles jugar con tus hijos juegos de azar. ¿Podrías jugar conmigo y ganarme? El sol lo observó divertido. El que jugaba la suerte al Universo entero, ¿Cómo no iba ganarle a un simple mortal? Tomando figura humana, bajó el rubio dios. Jugaron varias partidas en las que el sameño paulatinamente le fue ganando sus rayos. Inti se alarmó. Caramba, este sameño si que se las sabia todas. Entonces, poniendo todo su ingenio, empezó por fin a voltearle el juego.
El sameño, que ya estaba desencantado al darse cuenta que nunca podría ganarle todos sus rayos al Sol, puesto que prevenían de una fuente inagotable, decidió hacer trampa. Esto no le gusto al Inti, que opto por abandonar el juego y elevarse. Conforme iba ascendiendo, iba lanzando con furia sus rayos hacia el hombre, hasta dejarlo, al cabo de un tiempo, muy colorado y empequeñecido, con todos su trofeos adheridos al cuerpo; esto es, las tijeras, el reloj, las tenazas, los ojos vivos del ratón y las patas de araña. Viéndose convertido en un raro y extraño ser, el sameño, para evitar la muerte, de un salto se lanzó al río y logró salvarse. Fue así como apareció entonces en Sama Grande, y en el mundo, el primer camarón del que se tiene noticia.
Este no tenia ya qué jugar para intentar recuperar algo de lo que había perdido. Entonces el forastero, que no era otro que el mismo Supay, el demonio, le pidió que apostara su alma. El otro aceptó. Pero volvió a perder. Este vez el extraño le hizo una propuesta: le devolviera su alma y todas sus pertenencias si es que desafiaba al Inti, el dios sol, su enemigo jurado, y le ganaba sus rayos.
<<Así-pensaba el demonio-, sólo habrá tinieblas y yo podre reinar y ser dueño del mundo>>.
Y como el sameño estuvo de acuerdo, le enseño todas sus tretas para ganarle al Sol.
Mas, antes de enfrentarse, le aconsejó al Supay que debía primero ensayarse jugándole partidas a todo aquel que se le presentara. Y fue así como el sameño le gaño a un pobre sastre, sus tijeras, su pulsera al relojero, sus tenazas a un herrero, sus ojos vivos al ratón y sus patas a la araña.
Feliz de haber ganado tantos trofeos, se los puso en el cuerpo, y ahora si se sintió preparado para desafiar al Inti. Dirigiéndose a los cielos, le hablo al Sol de seta manera: -Señor-le dijo-, sé que allí en tu palacio sueles jugar con tus hijos juegos de azar. ¿Podrías jugar conmigo y ganarme? El sol lo observó divertido. El que jugaba la suerte al Universo entero, ¿Cómo no iba ganarle a un simple mortal? Tomando figura humana, bajó el rubio dios. Jugaron varias partidas en las que el sameño paulatinamente le fue ganando sus rayos. Inti se alarmó. Caramba, este sameño si que se las sabia todas. Entonces, poniendo todo su ingenio, empezó por fin a voltearle el juego.
El sameño, que ya estaba desencantado al darse cuenta que nunca podría ganarle todos sus rayos al Sol, puesto que prevenían de una fuente inagotable, decidió hacer trampa. Esto no le gusto al Inti, que opto por abandonar el juego y elevarse. Conforme iba ascendiendo, iba lanzando con furia sus rayos hacia el hombre, hasta dejarlo, al cabo de un tiempo, muy colorado y empequeñecido, con todos su trofeos adheridos al cuerpo; esto es, las tijeras, el reloj, las tenazas, los ojos vivos del ratón y las patas de araña. Viéndose convertido en un raro y extraño ser, el sameño, para evitar la muerte, de un salto se lanzó al río y logró salvarse. Fue así como apareció entonces en Sama Grande, y en el mundo, el primer camarón del que se tiene noticia.
belencita32:
jajjajaja dije resumen no escribir todo
Otras preguntas
Análisis de la materia y la energía,
hace 8 meses
Matemáticas,
hace 8 meses
Ciencias Sociales,
hace 1 año
Matemáticas,
hace 1 año
Arte,
hace 1 año
Biología,
hace 1 año