Religión, pregunta formulada por cabrerajholman637, hace 10 meses

resumen la familia escuela de humanidad

Respuestas a la pregunta

Contestado por mapaviza
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Respuesta:

La Familia, escuela de humanidad.

Explicación:

a) Aprender a recibir el amor

«La familia es escuela del más rico humanismo» (Constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo de hoy, Gaudium et spes, 52). Estas palabras del Concilio Vaticano II presentan a la familia como la morada donde el hombre aprende a ser hombre. Se trata, por tanto, del lugar en el cual se desarrolla la primera y más fundamental ecología humana, el ámbito natural y adecuado para que pueda desarrollarse el aprendizaje de lo verdaderamente humano. Así lo descubrimos a la luz de la Revelación del Hijo de Dios que elige la Sagrada Familia para crecer en su humanidad.

En el hogar familiar la persona reconoce su propia dignidad. Lejos de cualquier criterio de utilidad, en su familia el hombre es amado por sí mismo y no por la rentabilidad de lo que hace. Más allá de lo que pueda aportar por sus posesiones o por sus capacidades físicas, técnicas, intelectuales o las propias de su personalidad, la persona no es un medio al servicio del interés de otros; es un fin absoluto, amada por sí misma, de un modo fiel que permanece en el tiempo incluso con sus propias debilidades.

b) Aprender a acoger y acompañar la vida

La familia es el santuario de la vida donde cada miembro es reconocido como persona humana desde su concepción hasta su muerte natural y aprende a custodiar la vida en todos los momentos de su historia. La misión de acoger y acompañar la vida es una labor permanente de la familia. Sin embargo, esta misión adquiere una relevancia singular en este momento en que muchas familias son afectadas dramáticamente por la crisis económica y, sobre todo, cuando han sido anunciadas reformas legislativas que ponen en peligro la vida naciente y terminal: el aborto y la eutanasia.

En la familia, escuela de solidaridad, compartimos los bienes y sostenemos fraternalmente a los miembros más necesitados. Y es en el hogar familiar donde, frente a la posesión de muchos bienes materiales inducida por un consumismo desmedido, aprendemos lo que es verdaderamente importante: el amor.

En la familia se percibe que cada hijo es un regalo de Dios otorgado a la mutua entrega de los padres, y se descubre la grandeza de la maternidad y de la paternidad. El reconocimiento de la vida como un don de Dios nos urge a pedir que no se prive a ningún niño de su derecho a nacer en una familia, y que toda madre encuentre en su hogar, en la Iglesia y en la sociedad las ayudas necesarias para tener y cuidar a sus hijos.

En la familia y en la comunidad cristiana se encuentra la razón para vivir y seguir esperando. Todos, incluidos los que sufren por enfermedad, soledad o falta de esperanza, pueden hallar en la familia y en la Iglesia la certeza de ser amados, y sobre todo la convicción del amor único e irrepetible de Dios que permanece más allá del pecado y de la muerte: «la verdadera, la gran esperanza del hombre que resiste a pesar de todas las desilusiones, sólo puede ser Dios, el Dios que nos ha amado y que nos sigue amando "hasta el extremo", "hasta el total cumplimiento" (cf. Jn 13,1; 19,30)» (Benedicto XVI, Spe salvi, 27).

c) Aprender a dar la propia vida

A través de las relaciones propias de la vida familiar descubrimos la llamada fundamental a dar una respuesta de amor para formar una comunión de personas. De esta manera, la familia se constituye en la escuela donde el hombre percibe que la propia realización personal pasa por el don de sí mismo a Cristo y a los demás, como advierte el Señor en el Evangelio: «porque el que quiera salvar su vida, la perderá y el que pierda su vida por mí, la salvará» (Lucas 9, 24). El eco de estas palabras del Señor resuenan en la enseñanza del Concilio Vaticano II: «el hombre, única criatura en la tierra a la que Dios ha amado por sí mismo, no puede encontrar su propia plenitud si no es en la entrega sincera de sí mismo a los demás» (Gaudium et spes, 24. De esta manera, la familia es la escuela en la que se forja la libertad orientada por la verdad del amor: «la libertad se fundamenta, pues, en la verdad del hombre y tiende a la comunión», Veritatis splendor, 86).

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