Castellano, pregunta formulada por ricciramirezu, hace 9 meses

Resumen explícitos de los capítulos 7 y 8 de siervo sin tierra.

Respuestas a la pregunta

Contestado por isachizzini
10

Respuesta:

capitulo 7

Explicación:

Siervo se arrastraba en cuatro patas y abría un boquete en la acequia para sacar un poquito de agua y regar su sementera. También le había echado el ojo al arriendo de Siervo, pues deseaba hacer un aljibe de piedras para almacenar el agua que escurría de la toma. A Siervo se le encogía el corazón cada vez que escuchaba estas noticias de boca de Tránsito, la cual, para aumentar el presupuesto de la familia, había tenido que meterse de cocinera de los peones de don Floro Dueñas. Le pagaban en mazamorra, de la cual se alimentaba con Siervo.

En oyendo esto, sin poder dominar su impaciencia, Siervo trotaba por el camino de la peña, seguido del perro, y no tardaba en presentarse en el corredor ancho de la hacienda.

Como repartirla…

Don Roso, el mayordomo, desengañaba a Siervo. Ramírez, pero algo decían por ahí de que se necesitaba para hacerle un aljibe a don Floro Dueñas. Siervo, observaba el maestro Sabogal. Yo me arrastré de niño por la vega, y conozco unita por una todas sus piedras.

Esto lo decía cuando estaba de buen humor, porque otras veces recibía a Siervo en las espuelas y lo amenazaba con arrojarlo de una vez por todas del arriendo para dárselo a Floro, si seguía importunándolo con sus quejas. Se necesita que alguien siembre maíz para la mazamorra de los jornaleros de la vega. Floro siembra tabaco a medias con la hacienda, y él sólo nos deja diez veces más dinero que todos los arrendatarios de la vega. Siervo agachaba la cabeza.

Floro me lo escatima y me lo echa en cara. Todo se quedaba en palabras, porque a la hacienda no le interesaba indisponerse con su mejor cosechero de tabaco por hacerle la caridad a Siervo. Siervo jamás fue niño. Y a partir de entonces, el trabajo y siempre el trabajo, y luego el cuartel con sus trabajos, y otra vez los propios de un pobre que no tenía en la vega, a la orillita del río, ni una cuarta de tierra propia donde caerse muerto.

Siervo se acercaba despacito, arrastrando los pies, para comunicarle la idea que ya le había contado cien veces a Don Roso y al administrador. Yo quiero comprar esa tierrita, ese parchecito de la vega para sembrar mis matas de tabaco y tener un lugar donde plantar un surco de habas para la mazamorra. Le explicaba que Sierva, su mama, había sido de joven cocinera en la casa grande, y así pagaba la obligación por el arriendo de la vega. Siervo se embrollaba, la lengua se le hacía un nudo, se le secaba el gaznate y no podía explicar con palabras lo que veía tan claramente en su cabeza, debajo de esa maraña de pelo rucio de polvo que le colgaba en guedejas sobre la nuca.

Siervo adoraba su rinconcito de la vega, aunque las malas lenguas dijeran que era un erial que sólo servía para que triscaran las cabras y se asolearan las culebras. En el peor de los casos, y éste era muy frecuente, llegaba don Floro Dueñas en persona como si lo hubiera traído el diablo por los aíres, y el patrón se ponía a conversar con él sobre la acequia de la peña y lo bueno que sería construir una alberca de piedras precisamente en el lugar donde Siervo tenía no sólo clavados los cuatro palos de su rancho, sino también sus recuerdos y su corazón. Y después de haber perdido d os horas en trepar de la vega a la casa de los patrones, y tres en esperar en cuclillas a que le recibieran sus reclamos, Siervo empleaba otras dos en descender a su rancho, al cual llegaba cuando se desplomaba la noche sobre el cañón y la fragancia de los cañaverales embalsamaba el aire de las vegas. Por ahora sería bueno que fuera mano Siervo a poner una demanda contra la vecina, que mientras a la tardona yo andaba por el río lavando los trapos, se entró a la finca y se robó las naranjas.

Contestado por isabellalopezbernal
1

Respuesta:

no sheeeeeee

Explicación:

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