Resumen él pájaro de fuego. Oscar alfaro. Resumen completo.
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Respuesta:
Era un pájaro bellísimo, de color tan rojo que parecía una llamarada volando por el aire. Si se paraba sobre un granero, los ratones se llevaban el susto más grande de su vida.
Una vez se lo vio bajar hasta el borde del río, tocar el agua y levantarse de nuevo. Entonces se lo creyó una brasa encantada, pues tocaba el agua y no se apagaba, además de tener la virtud de volar.
Pero aquel pájaro maravilloso no creía ni remotamente estar hecho de fuego y más bien él soñaba con parecerse a una flor, que él conceptuaba como la encarnación de la belleza. El pájaro encendido escapaba entonces de tantos incrédulos y se daba a vagar, ardiendo, por los aires. Su identidad era perfecta, pero le faltaba una cosa: el perfume. Se dejó caer entonces sobre unas flores silvestres que crecían al pie del árbol y aleteó sobre ellas un largo rato. Cuando se consideró suficientemente perfumado, voló de nuevo a la punta del ceibo y adoptó la posición anterior, mejorándola todavía, pues se paró sobre una sola patita, que semejaba muy bien el tallo de una flor.
Estuvo así muchas horas seguidas y empezó a sentir hambre. En esto se presentó una mariposa, dispuesta a libar la miel de la supuesta flor. El pájaro se la tragó en un santiamén y volvió a quedar inmóvil.
Una tras otra mariposa volaron hacia el pájaro y corrieron la misma suerte.
Todos los insectos se alarmaron ante aquella flor carnicera que se alimentaba de mariposas, pero el pájaro estaba radiante. Y después de saciar su apetito cogió a una mariposa azul y se la colocó al cuello de collar. Luego se puso a cantar alegremente, olvidándose de su oficio de flor.
Volaron sobre "la flor" y la rodearon. Y las avispas desenvainaron sus espadas y se lanzaron sobre el ave. En ese momento el ceibo se estremeció, como volviendo de otra vida, Las atacantes pararon el asalto y se miraron unas a otras, llenas de sorpresa. Y el ceibo dijo: Él me revivió con una mentira piadosa. Al sentirlo en mis ramas creía que era una flor mía y me dije jubiloso: "Aún puedo florecer". Entonces la vida comenzó a circular otra vez por mis gajos muertos. Y aquí me tienen nuevamente, cubierto de flores...
Y en efecto, el ceibo repentinamente se había llenado de grandes flores rojas, tan grandes como el pájaro.
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