Castellano, pregunta formulada por sebamunozz, hace 1 año

resumen del libro la laguna de manuel rojas ayudaaaaaa

Respuestas a la pregunta

Contestado por tuchinito2003
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Respuesta:

El delincuente, el vaso de leche y otros cuentos, una antología de nueve cuentos escritos por Manuel Rojas, publicado por la editorial Zig-Zag en el año 1929. Su cuento El Delincuente es el que da inicio a esta antología, trata de un par de hombres que sufren un cambio de conciencia al encontrarse con un ladrón y un borracho, una historia que deja un mensaje sobre las apariencias. Les traigo el inicio del mismo:  

El Delincuente

YO VIVO en un conventillo. Es un conventillo que no tiene de extraordinario más que un gran árbol que hay en el fondo de su patio, un árbol corpulento. de tupido y apretado ramaje, en el que se albergan todos los chincoles, diucas y gorriones del barrio; este árbol es para los pájaros una especie de conventillo; es un conventillo dentro de otro. Ignoro si la vida que se desarrolla en ese conventillo de ramas y hojas tiene algún parecido con la que se vive en el mío. Bien pudiera ser. He leído a veces que algunos sabios han encontrado analogías entre la vida de ciertas aves y animales y la de los seres humanos. Si los sabios lo dicen, debe ser verdad. Yo. como soy peluquero, no entiendo de esas cosas.  

Bien; a este conventillo, es decir, al mío, se entra por una puerta estrecha y baja, que tiene, como el conventillo, sólo una cosa extraordinaria: es muy chica para un conventillo tan grande. Se abre a un pasadizo largo y obscuro, pasado el cual aparece el gran patio de tierra en cuyo fondo está el árbol de que le he hablado. Al pie del tronco de este árbol, en la noche, las piadosas viejecitas del conventillo encienden velas en recuerdo de un inquilino que asesinaron ahí un día dieciocho de septiembre. Con palos y latas han hecho una especie de nicho y dentro de él colocan las velas. De ahí se surten de luz los habitantes más pobres del conventillo.

Enfrente de este patio, y a la derecha del pasadizo.  

Hay otro patio, empedrado con pequeñas piedras redondas de huevo, como se las llama. En el centro hay una llave de agua y una pileta que sirve de lavadero. Alrededor de este último patio están las piezas de los inquilinos, unas cuarenta metidas en un corredor formado por una veredita de mosaicos rotos y el entablado del corredor del segundo piso donde están las otras cuarenta piezas del conventillo. A este segundo piso se sube por una escalera de madera con pasamanos de alambre, en los cuales especialmente los días sábados los borrachos quedan colgando como piezas de ropa puestas a secar.

Como usted ve mi conventillo es una pequeña ciudad, una ciudad de gente pobre entre la cual hay personas de toda índole, oficio y condición, desde mendigos y ladrones hasta policías y obreros. Hay. además, hombres que no trabajan en nada; no son mendigos ni ladrones, ni guardianes, ni trabajadores. ¿De qué viven? ¡ Quién sabe! Del aire, tal vez.

No salen a la calle, no trabajan no se cambian nunca de casa; en fin, no hacen nada; por no hacer nada ni siquiera se mueren. Vegetan, pegados a la vida agria del conventillo, como el luche y el cochayuyo a las rocas.

Contestado por jeanpaulgranados06
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Explicación:

aquella época de mi vida, ningún recuerdo se destaca tan nítidamente en mi memoria y con tantos relieves como el de aquel hombre que encontré en mis correrías por el mundo, mientras hacía mi aprendizaje de hombre.

…Hace ya muchos años. Al terminar febrero, había vuelto del campo donde trabajaba en la cosecha de la uva. Vivía en Mendoza. Como mis recursos dependían de mi trabajo y éste me faltaba, me dediqué a buscarlo. Con un chileno que volvía conmigo, recorrimos las obras en construcción, ofreciéndonos como peones. Pero nos rechazaban en todas partes. Por fin alguien nos dio la noticia de que un inglés andaba contratando gente para llevarla a Las Cuevas, en donde estaban levantando unos túneles. Fuimos. Mi compañero fue aceptado en seguida. Yo, en ese entonces, era un muchacho de diecisiete años, alto, esmirriado, y con aspecto de débil, lo cual no agradó mucho al inglés. Me miró de arriba abajo y me preguntó:

…—¿Usted es bueno para trabajar?

…—Sí —le respondí—. Soy chileno.

…—¿Chileno? Aceptado.

…El chileno tiene, especialmente entre la gente de trabajo, fama de trabajador sufrido y esforzado y yo usaba esta nacionalidad en esos casos. Además mi continuo trato con ellos y mi descendencia de esa raza me daban el tono de voz y las maneras de tal.

…Así fue cómo una mañana, embarcados en un vagón de tren de carga, hacinados como animales, partimos de Mendoza en dirección a la cordillera. Eramos, entre todos, como unos treinta hombres, si es que yo podía considerarme como tal, lo cual no dejaba de ser una pretensión.

…Había varios andaluces, muy parlanchines; unos cuantos austríacos, muy silenciosos; dos venecianos, con hermosos ojos azules y barbas rubias; unos pocos argentinos y varios chilenos.

…Entre estos últimos estaba Laguna. Era un hombre delgado, con las piernas brevemente arqueadas, el cuerpo un poco inclinado, bigote lacio de color que pretendía ser rubio, pero que se conformaba modestamente con ser castaño. Su cara recordaba inmediatamente a un roedor: el ratón.

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