resumen del esfinge de Edgar allan poe
Respuestas a la pregunta
Respuesta: Durante el pavoroso reinado del cólera en Nueva York, acepté la invitación de un pariente para pasar quince días con él en el retiro de su cottage orné, a orillas del Hudson. Luego, como la mortandad fuera en aumento, nos hicimos a la idea de esperar a diario la pérdida de algún amigo. El mismo aire del mar parecía impregnado de olor a muerte. Se mostraba suficientemente sensible a los objetos materiales del terror, pero sus sombras no le inspiraban la menor aprensión.
Sus esfuerzos por sacarme del estado de anormal abatimiento en el que había caído quedaron frustrados en gran medida por ciertos libros que encontré en su biblioteca. Eran éstos de tal carácter que podían hacer germinar a la fuerza cualquier semilla de superstición hereditaria que se hallase latente en mi pecho. No obstante, cuando describa al monstruo , me temo que mis lectores opondrán más dificultades que yo a dejarse convencer.
La boca del animal estaba situada en la extremidad de una probóscide de sesenta o setenta pies de largo y aproximadamente tan gruesa como el cuerpo de un elefante corriente. Proyectadas hacia delante, paralelas a la probóscide, y a ambos lados de ella, había sendas varas gigantescas de treinta o cuarenta pies de largura, constituidas al parecer de cristal puro y formando dos prismas perfectos que reflejaban con magnífico fulgor los rayos del sol poniente. Desde él se extendían dos pares de alas -cada una de cien yardas de largura aproximadamente-, un par encima del otro y ambos densamente cubiertos de escamas metálicas de unos diez o doce pies de diámetro cada una. Observé que las hileras superiores e inferiores de las alas estaban enlazadas por una potente cadena.
En aquel instante volví a ver con toda claridad al monstruo, hacia el cual atraje la atención de mi amigo con un alarido de terror. Miró él ansiosamente, pero afirmó que no veía nada, aunque yo le iba señalando con minuciosidad el recorrido de aquel ser mientras se abría paso camino abajo por la descubierta cara de la colina.
Yo entonces me alarmé indeciblemente, pues consideraba aquella visión como un presagio de mi muerte o, peor aún, como anuncio de un ataque de locura. Cuando descubrí los ojos, la horrible visión había desaparecido. Recuerdo que insistió muy especialmente, entre otras cosas, en una idea. En este punto hizo una pausa que duró unos instantes, se dirigió luego a un estante de libros y sacó una sinopsis corriente de Historia Natural.
Explicación: espero te sirva