Castellano, pregunta formulada por jckck99, hace 6 meses

resumen del cuento tenga para que se entretenga​


EduardoSsj223: cualquier cuento ?
jckck99: no
jckck99: el cuento se llama tenga para que se entretenga
EduardoSsj223: tons ?
EduardoSsj223: okey

Respuestas a la pregunta

Contestado por EduardoSsj223
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Respuesta:

INFORME CONFIDENCIAL

El 9 de agosto de 1943 la señora Olga Martínez de Andrade salió de su domicilio en

Tabasco 106, Colonia Roma, acompañada de su hijo de seis años, Rafael Andrade

Martínez. La señora tenía una invitación para comer en casa de su madre, doña Caridad

Acevedo de M., que habitaba en Gelati número 36 bis, Tacubaya. Aprovechando la hora

temprana y la cercanía decidió llevar a su niño a Chapultepec.

Rafael estuvo muy contento jugando en Chapultepec.

Estaba cansado y se tendió de espaldas en la hierba. Su madre tomó asiento en el tronco

vencido de uno de aquellos árboles.

Transcurrieron varios minutos, Olga sacó su reloj. Acercándoselo mucho a los ojos vio que

eran las dos y dijo que ya debían irse a casa de la abuela. Rafael le suplicó que lo dejara

un rato más. La señora aceptó de mala gana,

Para esas horas Chapultepec había quedado desierto. Con una ramita, el niño se divertía

en poner obstáculos al desplazamiento de un caracol, De pronto se abrió un rectángulo de

madera oculto bajo la hierba rala del cerro y apareció un hombre que dijo a Rafael:

-Déjalo, no lo molestes, Los caracoles no muerden y conocen el reino de los muertos,

Salió del subterráneo, fue hacia la señora, le tendió un periódico doblado en dos y una rosa con un alfiler:

Contestado por Usuario anónimo
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Rafael se divirtió en los columpios y resbaladillas del Rancho de la

Cuando actuaba como emperador de México, el archiduque Maximiliano ordenó sembrarlos en vista de que la zona resultó muy dañada en 1847, a consecuencia de los combates en Chapultepec y el asalto del Castillo por las tropas norteamericanas. Olga sacó su reloj, se lo acercó a los ojos, vio que ya eran las dos de la tarde y debían irse a casa de la abuela. Olga dio las gracias, extrañada por la aparición del hombre y la amabilidad de sus palabras. Olga asintió con gesto resignado.

Según el testimonio de parientes y amigos, Olga fue siempre muy distraída. Olga se inquietó y fue hasta la entrada de la caverna subterránea. Olga les informó de lo sucedido y les pidió ayuda. Olga estaban la rosa, el alfiler, el periódico -y en el suelo, el caracol y la ramita.

Cuando Olga cayó presa de un auténtico shock, los torerillos entendieron la gravedad de lo que en principio habían juzgado una broma o una posibilidad de aventura. El otro permaneció al lado de Olga e intentó calmarla. Veinte minutos después se presentó en Chapultepec el ingeniero Andrade, esposo de Olga y padre de Rafael.

El ingeniero tenía grandes negocios y estrecha amistad con el general

Uno de sus ayudantes irrumpió en Palma 10 y me llevó a Chapultepec en un automóvil oficial. Cuando llegué a Chapultepec hacia las cinco de la tarde, la búsqueda proseguía sin que se hubiese encontrado ninguna pista. El administrador del Bosque aseguró no tener conocimiento de que hubiera cuevas o pasadizos en Chapultepec. Una cuadrilla excavó el sitio en donde Olga juraba que había desaparecido su hijo.

Mientras se interrogaba a los torerillos en los separos de la Inspección, acompañé al ingeniero Andrade a la clínica psiquiátrica de Mixcoac donde atendían a Olga los médicos enviados por Ávila Camacho.

En cambio los diarios de la mañana desplegaron en primera plana y a ocho columnas lo que a partir de entonces fue llamado «El misterio de

«Chapultepec». Un pasquín ya desaparecido se atrevió a afirmar que Olga tenía relaciones con los dos torerillos. Chapultepec era el escenario de sus encuentros. Otro periódico sostuvo que hipnotizaron a Olga y la hicieron creer que había visto lo que contó.

Los bandidos no tardarían en pedir rescate o en mutilar a Rafael para obligarlo a la mendicidad. Aún más irresponsable, cierta hoja inmunda engañó a sus lectores con la hipótesis de que Rafael fue capturado por una secta que adora dioses prehispánicos y practica sacrificios humanos en Chapultepec. Además, la discreción, el profesionalismo, el respeto a su dolor y a sus actuales canas me impidieron decirle antes a usted que en 1943 Olga era bellísima, tan hermosa como las estrellas de Hollywood pero sin la intervención del maquillista ni el cirujano plástico. Bosque a las dos de la tarde y la mala vista de Olga para montar la farsa de la cueva y el vigilante misterioso.

Luego, atemorizados al ver que pisan terrenos del implacable hermano del presidente, los torerillos enloquecen de miedo, asesinan a Rafael, lo descuartizan y echan sus restos al Canal del Desagüe. Pese a la avanzada descomposición, era evidente que el cadáver correspondía a un niño de once o doce años, y no de seis como Rafael. Y ya todos, menos los padres, aceptaban que los restos hallados en las aguas negras eran los del niño Rafael Andrade Martínez. Encontré a Olga muy desmejorada, como si hubiera envejecido varios años en unas cuantas semanas.

-Pues él tenía -afirmó Olga.

Me atreví a preguntarle

La cara del ingeniero reflejó mi propio gesto de espanto.

Rafael ¿no te acuerdas qué bolsa llevaba?

Ahora, pasados tantos años, confío en usted y me atrevo a revelar -a nadie más he dicho una palabra de todo esto- el auténtico desenlace de lo que llamaron los periodistas «El misterio de Chapultepec». Desde entonces hasta hoy, sin fallar nunca, la señora Olga Martínez viuda de Andrade camina todas las mañanas por el Bosque de Chapultepec hablando a solas... .

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