resumen del cuento rosita la obrerita doy 100 puntos y corona.
no contesten si no lo hicieron
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Desde las madrugadas frías rosita, pasaba caminando apurada hacia el taller.
ella se pasaba toda la semana trabajando, soñando solo a que llegue el sábado. los hombres del barrio la querían, ella era un sol, un rimero de luz, en el aire pesado del oscuro. Y no apagaba su sonrisa dulce el doble turno feroz de su trabajo, porque Rosita esperaba el sábado a la noche. Y el sábado a la noche Rosita era un pájaro liberto, Rosita, era de las muchachas sencillas. Su madre, viejita dulce, nácar las manos bondadosas, la peinaba largamente con el mismo peinetón gastado que les había dejado el
cariño ausente de la abuela, que sin duda, desde arriba, sonreía .Eran pocas horas nada más de gozo.
La ilusión de una mirada varonil, el rubor intenso en sus mejillas pálidas, la ensoñación de un tango que la hacía girar locamente por la pista sintiendo el brazo firme del muchacho esbelto que la pretendiera
Después, el retorno a la rutina cotidiana. El encuentro cruel con el frío crudo de la madrugada. Las dos horas de caminar hacia el taller. Y esa tos. Esa tos que a veces la doblaba. Pero no se escuchaba quejas de sus labios. Rosita, no confiaba en nadie a excepción de su diario.
Ella, cuando agarraba su pluma, le contaba a su álbum confidente la espera de ese hombre que le regalara una casa sencilla, pero amplia. Un bienestar para su madre. Y tres pequeños, rubios como debería ser él, cabellos de trigal, ojos celestes. Ella sabía que alguna noche de sábado, ese hombre vendría.
Y como suele pasar en los cuentos de hadas, una noche de sábado, ese hombre, vino.
Un día a su patio humilde llego ese hombre distinguido, un príncipe como dijeron algunos. Pero una sola mujer había para el recién llegado y esa mujer fue Rosita. esa noche, Rosita fue una princesa bailando sobre nubes de algodón.
Mas tarde llego a su casa y le conto a su madre su sueño realizado, ella tan solo pensaba en las palabras de aquel hombre: "vendré a buscarte"
Ella siguió esperando hasta que pasaron un año y medio y ella no volvió a saber nada de aquel hombre hasta que, encontró a una cotorra de la suerte, ella abrió el papel en el que estaba escrito el mensaje que la dejo en su lecho quebrado el pecho por la tos convulsa.
Su madre al ver el estado de su hija, se dirigió hacia el lugar en donde se casaba aquel hombre. Ella se adentro al salón lujoso hasta llegar al hombre impertinente, agarrarlo del brazo y decirle: "Mi hija se nos marcha, camino del Señor". Del brazo de la otra se desprendió el mancebo. Y en su lujoso coche, perseguido quizás por la culpa, se lanzó en busca de aquella que lo había esperado en vano, tanto tiempo, y que ahora se marchaba en busca de otra cita, allá en el cielo.
El hombre Cuando subió al altillo, Rosita lo miró con esos ojos, resecos de llorar y sólo dijo: "Estos son mis compañeros. Julio y Franco". Y señaló a dos obreritos, con ropa de trabajo, sudor honesto. Y los dos obreritos, pájaros buenos le dijeron al muchacho aquel, al elegante, con ese tono simple y sencillo del que se educó en la escuela popular de las veredas, que sería mejor si retomaba a esos quince operarios, despedidos.
El hombre elegante, al escuchar el tono convincente de esos hombres, quizás ante la vista de esas manos que sostenían tal vez un fierro en "U", firmó con mano veloz cuanto papel le pusieron adelante los muchachos.
Y siguió el barrio viéndola pasar a la obrerita. Se curo de la tos y seguía alegre, sencilla y buena . Las viejitas al verla decían: " allá va Rosita, la obrerita pobrecita". O solían comentar: " desde que vio Norma Rae ¡ como ha cambiado!"
Y Rosa sigue esperando el sábado, su día dilecto, como un pájaro
gris, gorrión temprano
Explicación:
esta algo largo pero almenos resumí 3 paginas de pdf
espero haberte ayudado :D
Respuesta:
Desde las madrugadas frías rosita, pasaba caminando apurada hacia el taller.
ella se pasaba toda la semana trabajando, soñando solo a que llegue el sábado. los hombres del barrio la querían, ella era un sol, un rimero de luz, en el aire pesado del oscuro. Y no apagaba su sonrisa dulce el doble turno feroz de su trabajo, porque Rosita esperaba el sábado a la noche. Y el sábado a la noche Rosita era un pájaro liberto, Rosita, era de las muchachas sencillas. Su madre, viejita dulce, nácar las manos bondadosas, la peinaba largamente con el mismo peinetón gastado que les había dejado el
cariño ausente de la abuela, que sin duda, desde arriba, sonreía .Eran pocas horas nada más de gozo.
La ilusión de una mirada varonil, el rubor intenso en sus mejillas pálidas, la ensoñación de un tango que la hacía girar locamente por la pista sintiendo el brazo firme del muchacho esbelto que la pretendiera
Después, el retorno a la rutina cotidiana. El encuentro cruel con el frío crudo de la madrugada. Las dos horas de caminar hacia el taller. Y esa tos. Esa tos que a veces la doblaba. Pero no se escuchaba quejas de sus labios. Rosita, no confiaba en nadie a excepción de su diario.
Ella, cuando agarraba su pluma, le contaba a su álbum confidente la espera de ese hombre que le regalara una casa sencilla, pero amplia. Un bienestar para su madre. Y tres pequeños, rubios como debería ser él, cabellos de trigal, ojos celestes. Ella sabía que alguna noche de sábado, ese hombre vendría.
Y como suele pasar en los cuentos de hadas, una noche de sábado, ese hombre, vino.
Un día a su patio humilde llego ese hombre distinguido, un príncipe como dijeron algunos. Pero una sola mujer había para el recién llegado y esa mujer fue Rosita. esa noche, Rosita fue una princesa bailando sobre nubes de algodón.
Mas tarde llego a su casa y le conto a su madre su sueño realizado, ella tan solo pensaba en las palabras de aquel hombre: "vendré a buscarte"
Ella siguió esperando hasta que pasaron un año y medio y ella no volvió a saber nada de aquel hombre hasta que, encontró a una cotorra de la suerte, ella abrió el papel en el que estaba escrito el mensaje que la dejo en su lecho quebrado el pecho por la tos convulsa.
Su madre al ver el estado de su hija, se dirigió hacia el lugar en donde se casaba aquel hombre. Ella se adentro al salón lujoso hasta llegar al hombre impertinente, agarrarlo del brazo y decirle: "Mi hija se nos marcha, camino del Señor". Del brazo de la otra se desprendió el mancebo. Y en su lujoso coche, perseguido quizás por la culpa, se lanzó en busca de aquella que lo había esperado en vano, tanto tiempo, y que ahora se marchaba en busca de otra cita, allá en el cielo.
El hombre Cuando subió al altillo, Rosita lo miró con esos ojos, resecos de llorar y sólo dijo: "Estos son mis compañeros. Julio y Franco". Y señaló a dos obreritos, con ropa de trabajo, sudor honesto. Y los dos obreritos, pájaros buenos le dijeron al muchacho aquel, al elegante, con ese tono simple y sencillo del que se educó en la escuela popular de las veredas, que sería mejor si retomaba a esos quince operarios, despedidos.
El hombre elegante, al escuchar el tono convincente de esos hombres, quizás ante la vista de esas manos que sostenían tal vez un fierro en "U", firmó con mano veloz cuanto papel le pusieron adelante los muchachos.
Y siguió el barrio viéndola pasar a la obrerita. Se curo de la tos y seguía alegre, sencilla y buena . Las viejitas al verla decían: " allá va Rosita, la obrerita pobrecita". O solían comentar: " desde que vio Norma Rae ¡ como ha cambiado!"
Y Rosa sigue esperando el sábado, su día dilecto, como un pájaro
gris, gorrión temprano
Explicación:
es lo mismo de arriba