resumen del cuento la gaviota y el pinguino
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
no se
Explicación:
tampoco xd xdxdnhfifdut
Respuesta:
Había una vez una blanca gaviota llamada Carlota. Carlota, a pesar de ser feliz surcando los cielos, se sentía muy sola pues no tenía familia. Abajo, un grupo de pingüinos, una familia numerosa, iban de un sitio para otro con sus graciosos andares. Entre todos aquellos animalitos que parecían vestidos de gala, se encontró con un jóven pingüino que la miraba curioso.
Rufino. Rufino era el más pequeño de la familia.
Los dos se quedaron pensativos y de repente el pingüino dijo
- Yo no puedo hacer eso - dijo la gaviota - ya que tu nunca volarías, pero conozco a alguien que podría hacer que volaras.
Carlota señalo a un montículo de hielo y Rufino lo miro nervioso y excitado.
- Rufino, yo puedo hacer que vueles, pero para ello necesito algo a cambio.
Rufino dijo firmemente
Carlota, que deseaba enormemente tener familia asintió con la cabeza - Yo también estoy de acuerdo.
- No- respondió el mago mirando al cielo hacia donde revoloteaba Rufino - Ya no, debes volar lejos o el hechizo se romperá. Rufino algo apenado por su familia pero emocionadísimo por poder finalmente surcar los cielos cómo siempre había soñado, siguió volando y volando hasta perderse en el horizonte. El verano pronto llegó y tanto Rufino como Carlota vivían su nueva vida bajo los rayos del sol. Rufino volaba y volaba recorriendo mundo.
Por otro lado Carlota disfrutaba del calor de la familia, de las tardes de risas y juegos, de los momentos en que todos reunidos contaban historias, de los chistes del tío Rosendo, de las travesuras que compartía con sus adolescentes hermanos pingüinos gastándoles bromas a los más mayores y sobre todo, disfrutando del amor que le brindaban sus nuevos padres, quienes sin ser conscientes del hechizo al que habían sido sometidos, trataban a la gaviota Carlota como si fuera su hija, olvidándose por completo de su hijo Rufino, al que hacía semanas que no habían vuelto a ver.
Recordó las risas de sus hermanos, los chistes de su tío Rosendo, las travesuras y bromas que gastaba a los mayores junto a sus primos, y sobre todo, echo profundamente de menos el amor de sus padres.
A muchas millas de distancia de allí, la gaviota Carlota estaba ya casi dispuesta a pasar la noche junto a su gran familia acurrucada junto a mama pingüino debajo del saliente de unas rocas sobre el ya verde pasto que cubría las costas de
Mirándose las alas, pensó en que nunca más podría volver a volar y bajando la mirada hacia la verde hierva donde un pequeño ciempiés corría a refugiarse en su diminuto agujero, cerró los ojos y una gran tristeza inundó su corazón. Muy lejos al Este, en Islandia, el joven mago dormía ya en la cama de su humilde cabaña, cuando de repente abrió los ojos y mirando hacia la ventana iluminada por la luz de las estrellas, se sentó en la cama. La pena y la congoja de Carlota y Rufino, habían llegado hasta él. El mago, que no solo era un gran mago, sino que además era muy muy sabio, sabiendo en seguida lo que ocurría se dispuso a partir.
Una explosión de humo color ceniza alrededor del Mago le hizo desaparecer. No habían pasado ni tres segundos cuando envuelto en una neblina amarilla apareció el joven mago frente al desolado pingüino Rufino. Rufino se sobresalto al ver la neblina amarilla, pero ya era algo familiar para él, así que no se sorprendió al ver aparecer al mago.
Rufino cerró los ojos y el mago, cogiendo con su mano su negra capa, levantó el brazo y envolvió con la tela a Rufino, el cual por unos instantes sintió un ligero mareo y un cosquilleo por todo su cuerpo antes de quedar profundamente dormido.
- ¿ Que quieres decirnos ? pregunto Rufino tambaleándose un poco aún un ligeramente mareado.
Tu, Carlota, volabas y viajabas feliz recorriendo mundo, tu Rufino, tenias una gran familia que adorabas y con los que te sentías querido. Habéis vivido todo aquello que deseabais, tu Rufino, volar por el cielo visitando hermosos lugares, y tu, Carlota, tener la familia que siempre habías deseado. Carlota y Rufino lo miraban en silencio y ante las sabias palabras del mago no fueron capaces de responder. El joven se acercó a ellos , cogió su capa con ambas manos, levantó los brazos , rodeo a Rufino y a Carlota con su capa y el silencio se hizo de nuevo en el cerro de la sabiduría.
El pingüino Rufino despertó aquella mañana junto a sus padres y gaviota Carlota abrió de nuevo sus ojos posada en una roca en la costa de una de las islas Bahamas desperezando y batiendo sus alas que ya podían de nuevo volar.
Explicación:
ojala le ayude