Castellano, pregunta formulada por manuelagomez2425, hace 17 horas

Resumen del capítulo 18 del olvido que seremos ​

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Contestado por Anonima030
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Fuera de esta parentela devota y masculina, para completar el cuadro de su entorno católico hasta el tuétano, sus confesores y amigos íntimos eran monseñor Uribe, que llegaría a ser obispo de Rionegro y el más famoso exorcista de Colombia, el padre Lisandro Franky, párroco en Aracataca, y el padre Tisnés, historiador de la Academia, y gracias a todos estos nexos levíticos era además la anfitriona del Costurero del Apostolado, un grupo de mujeres que se dedicaba todas las tardes de los miércoles, de dos a seis, a coser sin sosiego los ornamentos de los curas de la ciudad, gratis para los pobres y caros para los ricos, y cosían, tejían y bordaban albas, cíngulos, estolas, casullas, amitos para cubrir la espalda, purificadores para el altar, palias para pulir el copón, y roquetes para los seminaristas y los monaguillos.

Al caer la tarde, alrededor de la abuela, nos sentábamos todos en el oratorio, mis hermanas y yo, y empezaban a brotar mujeres de todos los rincones de la casa, mujeres parientes y mujeres del servicio y mujeres del vecindario, mujeres siempre vestidas de negro o de café oscuro, como cucarachas, con cachirula en la cabeza y rosario de cuentas en la mano. Esperaba paciente, fumándose un cigarrillo tras otro y chamuscándose los dedos, repitiendo una y otra vez su vieja cantinela de desesperado , mientras acababan de llegar las mujeres « de adentro» , y las de afuera. Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, amén, ella, sin ritmo ni concierto, al mismo tiempo, entonaba Dios te salve María, llena eres de gracia, bendita tú eres entre las mujeres y bendito sea el fruto de tu vientre... También a Tata después le sucedió algo terrible pues el mejor cirujano de Medellín, el doctor Alberto Llano, oftalmólogo, la operó de cataratas y mi mamá la cuidaba, no podía moverse de la cama ni levantar la cabeza, mi mamá la lavaba con una toallita para que no se moviera, dos meses de quietud absoluta, porque en ese tiempo la operación se hacía con bisturí y no con láser y la herida era grande, pero una mañana mi mamá le estaba ayudando a cambiarse la piy ama, y Tata levantó la cabeza y cuando la levantó mi mamá vio que el ojo se le vaciaba, de la cuenca empezó a chorrear una materia gelatinosa, como un huevo crudo roto, y así mi mamá quedó también con el ojo de Tata en la mano, como antes mi abuela con el dedo gordo de tío Luis gangrenado, una gelatina que olía a podrido, y Tata quedó ciega para siempre, al menos por ese ojo, y por el otro ya no veía nada, sólo luces y sombras, o cosas muy grandes, bultos, pero ya no se atrevía a operarse las cataratas del otro ojo, y para comunicarse con ella mi mamá compró un tablero como los del colegio, y tizas, y para decirle algo se lo tenía que escribir en el tablero con letras inmensas, porque ella no oía y sólo veía bultos grandes como casas, y rezaba y rezaba sin parar, porque ésas eran cosas que mi Dios nos mandaba para probarnos o para hacernos pagar aquí en la tierra, anticipadamente, algunos de los tormentos del Purgatorio, tan necesarios para limpiar el alma antes de poderse hacer merecedora del Cielo.

Dios se apiadaba de ella, y le perdonaba el acto abominable que había tenido el descaro de cometer, pero la trataban mal, tenía que sentarse atrás, muy atrás, confundida con las muchachas del servicio, con la cabeza gacha, demostrando humildad, y las demás mujeres a duras penas la miraban, la saludaban de lejos con un movimiento de las cejas, sin invitarla jamás al Costurero del Apostolado, como si temieran que el pecado que ella había cometido, el adulterio, pudiera ser contagioso, más contagioso que la lepra, la gripa y la tuberculosis.

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nose si te sirva

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