Resumen del capitulo 10 del principito
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Capítulo 10
Según su relato, una vez que deja su casa, el principito visita los planetas vecinos. El primero está habitado por un rey, cuya capa cubre todo el planeta. Cuando llega allí, el rey declara que el principito es su súbdito y parece sentirse muy contento de tener alguien a quien gobernar. De pronto el principito bosteza, a lo que el rey le ordena dejar de hacerlo. El chico le explica que eso no es posible. Entonces el rey le ordena bostezar, pero, para su mala suerte, su súbdito ya no tiene ganas de hacerlo. Para evitar ser desobedecido, entonces, le ordena al principito bostezar cuando tenga ganas. Su único propósito es que nadie contradiga su ley, pero en lugar de ser un tirano, lo hace mediante leyes que él llama “razonables”.
A continuación, el rey le ordena al chico tomar asiento. Pero, en lugar de prestar atención a sus órdenes, el chico le pregunta quiénes son sus súbditos, a lo que el rey contesta que gobierna sobre todas las cosas, a pesar de que su capa de armiño es prácticamente lo único que hay allí. Cuando le pregunta si puede gobernar las estrellas, el rey asegura que sí, siempre y cuando les pida algo razonable. Es decir, en lugar de pedirle al sol un ocaso en cualquier momento, espera a pedírselo en la hora en la que habitualmente se pone el sol.
Al principito nada de esto le parece demasiado razonable, por lo que se prepara para seguir su viaje, pero el rey le ofrece cualquier cosa para que se quede. Le propone nombrarlo Ministro de Justicia, a pesar de que no hay a quien juzgar. “Te juzgarás a ti mismo”, le contesta el rey, y le asegura que esa es la tarea más difícil. Cuando eso no llega a persuadir al principito, el rey le dice que puede juzgar a una rata que aparece por las noches. Nada de lo que le propone el rey le interesa al mucho, que decide irse, sin antes reparar en lo extraños que son los adultos.
Capítulo 11
El siguiente planeta está habitado por un hombre vanidoso cuyo único deseo es ser aclamado. Lleva un sombrero para poder saludar a sus admiradores. Pero, al igual que el rey, tiene el problema de que nadie más vive en su planeta. Le pide al principito que aplauda y, cuando este lo hace, le hace un gesto con su sombrero. El hombre vanidoso le parece al principito mucho más entretenido que el rey.
No obstante, la novedad no dura demasiado. Cuando el vanidoso le pregunta al principito si lo admira por ser el hombre más bello, mejor vestido, más rico e inteligente del mundo, el principito señala que no hay nadie más allí. Finalmente, el chico elige irse y piensa para sí, nuevamente, en lo extraños que son los adultos.
Capítulo 12
En el siguiente planeta vive un bebedor. El motivo por el cual bebe es para olvidarse. Cuando el principito le pregunta qué es lo que quiere olvidar, el hombre responde que desea olvidar que siente vergüenza de beber. El principito deja ese planeta sintiéndose perplejo, otra vez, por la extrañeza de los hombres.
Capítulo 13
En el cuarto planeta, el principito conoce a un hombre de negocios que parece muy ocupado haciendo cuentas. Cuando el chico intenta entablar una conversación, el hombre le contesta que no puede interrumpir su trabajo porque él es una persona muy seria. En los 54 años que lleva ahí, solo interrumpió su trabajo tres veces: la primera vez le cayó un abejorro que hizo que se equivocara en una cuenta; la segunda vez le agarró una crisis de reumatismo; la tercera, la interrupción del principito.
Al principito le llama la atención que cuente hasta cinco millones y el hombre le explica que está contabilizando los objetos brillantes en el cielo. Afirma ser el dueño de todas las estrellas porque las ha contado en sus libros. El principito le deja saber que hay otra persona en el universo, el rey, que gobierna sobre las estrellas. Para el hombre de negocios eso no es importante: es mejor poseerlas, porque entonces se pueden vender para comprar otras.
Para el chico, el razonamiento del hombre de negocios es muy parecido al de un borracho, pero insiste en tratar de entender qué significa poseer las estrellas. El hombre le explica que, como nadie más reclama su posesión, las estrellas son de su propiedad. Cuenta las estrellas una y otra vez y guarda los números bajo llave.
Esta manera de poseer algo no se parece en nada a lo que el principito entiende por ello. Le explica al hombre de negocios que él tiene una flor y tres volcanes, y son de él porque les es útil a esas cosas. En cambio, el hombre de negocios no es de ninguna utilidad para las estrellas.