Religión, pregunta formulada por Yailenne, hace 6 meses

Resumen de sangre de campeón sin cadenas capitulo 7

Respuestas a la pregunta

Contestado por cunyavargassamantha
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Respuesta:

Cómo les ha caído el encierro? —preguntó Hermenegildo López.

Los chicos se quedaron callados. En realidad estaban mucho más tranquilos y seguros que antes.

—Vengan conmigo —dijo el comandante comenzando de nuevo el juego de la manipulación—. ¿Observan las marcas sobre el costado del autobús? Su padre se descolgó por esa ventana y cayó al suelo. Aquí mismo. Tenemos evidencias de su delito y de su mala fe. Puedo hundirlo para siempre, ¡y a ustedes también!, pero voy a ser compasivo si me ayudan a encontrarlo pronto.

Otro autobús de pasajeros que abandonaba los andenes pasó frente a ellos con lentitud y se encaminó a la salida. Owin lo miró fijamente.

—Ya sé lo que estás pensando —aseguró el policía— pero no creo que tu padre se vaya de esta ciudad dejándolos a ustedes dos aquí solos.

En ese momento, se escuchó un fuerte impacto de metales chocando y el inconfundible fragor de vidrios rompiéndose. Hubo gritos y confusión. Un automovilista que manejaba a toda velocidad sobre la avenida se había incrustado en el costado del autobús que salía. Los policías corrieron al sitio del accidente. El comandante López caminó un poco. Owin y Beky se miraron un segundo; con los ojos se pusieron de acuerdo de inmediato y echaron a correr en sentido contrario.

—¡Alto ahí! —les gritó Hermenegildo López.

Como sus subalternos estaban lejos, corrió él mismo detrás de los chicos.

Salieron a la calle, cruzaron al otro lado de la acera sin precaución y, aunque el tráfico se había detenido por el accidente, alguien les tocó el claxon a lo lejos.

—El comandante viene siguiéndonos! —dijo ella.

—¡Co... corre!. —exigió él—, no... no voltees.

Atravesaron calles y avenidas. Entraron a un mercado y trataron de perderse entre al gente, echaron un vistazo hacia atrás y detectaron a su perseguidor.

—¡Ahí viene!En un acto desesperado por escabullirse, levantaron el mantel de plástico de la mesa en una carnicería y se metieron debajo. Había visceras y desperdicios de animales por doquier. Se taparon la boca para no respirar. Después de unos minutos, salieron. Hermenegildo López había pasado de largo. Un hombre de traje oscuro, estático frente al puesto de carne, los había visto salir debajo de la mesa y no les apartaba la mirada. Los chicos dudaron.

—Vengan conmigo—les dijo.

Necesitaban tanto la ayuda de una mano amiga, que lo siguieron. El hombre entró a una librería y dentro del local abrió la puerta de madera que comunicaba a un modesto despacho.

—Pasen, pronto.Beky sintió miedo y detuvo a su hermano.

No debían arriesgarse a ser encerrados otra vez, pero Owin te hizo un ademán de confianza. El sujeto entró con ellos a la oficina y preguntó:

—Los persigue la policía, ¿verdad?

Owin y Beky se quedaron callados.

—No teman —dijo el hombre cuya elegancia desentonaba en el mercado—, no los acusaré. Pero deben saber que muchas veces debemos detenemos cuando una autoridad nos los exige. Suele ser por nuestro bien.

Beky, todavía con el corazón acelerado, protestó:

—¿Y si la autoridad está equivocada? ¿Y si tiene malas intenciones? ¿De todos modos debemos detenemos y obedecer? El hombre abrió mucho los ojos.

—Bueno, eso es diferente.

Al ver que titubeaba, Owin se animó a devolverle la lección:

—¡E... en la vida nadie puede obligamos a detenemos! Pa...para eso están las emociones propias: Cua... cuando sentimos miedo, vergüenza, coraje o... o... o tristeza, debemos frenar un poco y reaccionar porque quiere decir que e... e... estamos haciendo algo mal, pero si o... otra persona trata de causarnos esas emociones es po... porque desea manipulamos a su antojo.

Explicación:

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