Resumen de la película de el sueño de Valentín largo
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Respuesta:
1960, Buenos Aires. Valentín (Rodrigo Noya) es un niño de nueve años que vive con su abuela (Carmen Maura). Su madre desapareció cuando él tenía tres años y su padre es un bala perdida incapaz de asumir responsabilidades. La vida de Valentín transcurre modesta y con dos obsesiones: convertirse en un astronauta y que su padre le lleve junto a su madre. Pero su padre no quiere remover el pasado y, además, no deja de decepcionarle presentándole novias horribles, hasta que llega Leticia, de la que Valentín se prenda inmediatamente. Cuando su abuela muere, Valentín decide fabricarse su propia familia: Leticia y Rufo, un amigo pianista que vive en el barrio, se convertirán en sus padres adoptivos. Una historia simpática y humana, una mirada valiente y melancólica es la que nos ofrece el cine argentino con esta película autobiográfica de Alejandro Agresti. Enmarcada en lo que se ha venido a llamar cine de iniciación, estamos ante un viaje emocional realizado en forma de cuento, pero que aborda la vida con toda la verdad de quien ha sido protagonista. Habla de sentimientos y de deseos, unos cumplidos y otros no, pero ésa es la vida que su protagonista empieza a descubrir, y en la que no faltan puntos de incomprensión o de sabor amargo. Pero el director de "El viento se llevó lo qué" sabe hacerlo aportando unas gotas de verosimilitud y autenticidad que hacen que no caiga en la cursilería, sino que lleve al espectador a sentir y ver con la mente y los ojos de un niño de ocho años. Valentín vive con su abuela, enviudada recientemente, y tiene dos de-seos en su joven vida: ser astronauta y recuperar a una madre que echa en falta. Su carácter despierto, su viva inteligencia y sobre todo su gran corazón encandilan a los mayores, que ven en su inocencia y sinceridad algo que querrían para sí en su problemática vital. Este niño vive la realidad sin la amargura del desencanto, sin rechazar a nadie por su condición de judío o por su carácter bohemio; sólo busca encontrar a quien ocupe en su corazón el lugar de su madre y en quien volcar toda su afectividad. Es una vida sencilla, como lo es la película, realizada sin mayores pretensiones que la de mirar honesta y amorosamente al pasado vivido, y enseñar a aprovechar el presente "para hacer muchas cosas": quizá Valentín no pueda subir a la luna y otros se le adelanten, quizá no logre una novia para su padre, pero lo que sí es seguro es que ha aprendido –y enseñado– a vivir con ilusión y esperanza. Desde sus intentos por cuidar de su abuela conmovedora y divertida es la escena en busca del médico– o en medio de unas confidencias llenas de ternura y transparencia con Leticia, se ofrece como un foco de luz y oxígeno frente a quienes se sirven del cine mostrar la cara más depravada o violenta de la existencia. De hecho, si el público conecta tan bien con esos buenos sentimientos es porque se identifica con eso que cada uno vivimos en algún momento y que permanece aletargado en el interior. La transparencia y sencillez de la historia narrada tiene su correlación en la manera de hacerlo: no hay planos complicados ni travellings sugerentes, no pretende innovar en el lenguaje cinemato-gráfico ni sorprender al espectador. Sólo busca contar una buena historia y servirse para ello de unos actores que hagan creíbles sus personajes. Ambos propósitos los consigue con creces, algo que el cine argentino está sabiendo hacer con garantías. La fres-cura y naturalidad de Rodrigo Noya –un joven talento descubierto por el director– para dar vida a Valentín está a la altura de la misma Carmen Maura o de Julieta Cardinali, y nos hacen próxima una infancia difícil pero cargada de buenas intenciones. Toda la historia está guiada por la voz en off del niño, que actúa de hilo conductor de la trama, y en este sentido quizá resulte un poco repetitiva y pueda parecer un recurso fácil y seguro –como los abundantes fundidos en negro–, pero cumple eficazmente su cometido, lo mismo que una música y una fotografía que pasan desapercibidas, siempre al servicio de la historia, y eso es de agradecer. Estamos ante una película sincera, llena de ternura y emotividad, de ésas que ayudan a ver la vida positivamente y a salir del cine dispuestos a ser mejores, a soñar y tener ilusiones, aunque sepamos que no vamos a ir nunca a la luna.
Explicación:
te recomiendo que lo imprimas
den coronitaaaa