resumen de la fuerza de los habitos de francisco cajiado
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Aristóteles, en la Ética a Nicómaco, dice que “somos lo que hacemos repetidamente; la excelencia, entonces, no es un acto sino un hábito”. Esta frase nos recuerda que una gran parte de nuestros comportamientos cotidianos responden a patrones repetitivos de los que apenas somos conscientes y que la excelencia no es un acto aislado de virtuosismo, sino el producto de la repetición: los atletas repiten durante años de entrenamiento el ejercicio que realizarán en unos minutos de competencia.
Cada persona, dependiendo del entorno físico y social en el que se mueva, va conformando patrones de comportamiento que le permiten adaptarse de la mejor forma posible y desempeñarse adecuadamente. Eso supone hacer aprendizajes que, en tanto resulten satisfactorios, tienden a repetirse de manera semiautomática. Esto explica, como lo demostró un estudio de la Universidad de North Western, que la gente tiende a hacer muy pocas variaciones a sus rutinas diarias y a sus movimientos a lo largo del tiempo.
Los hábitos permiten economizar energía, pues al ser relativamente automáticos no exigen un gran esfuerzo de deliberación y toma de decisiones: no hace falta decidir cada día a qué hora levantarnos, salir al trabajo, hacer el trayecto y cumplir con muchas exigencias rutinarias. Ese esfuerzo se reserva para resolver problemas complejos o desarrollar nuevos aprendizajes. Hay gente que se siente incapaz de soportar la monotonía de una vida basada en la repetición agotadora de un empleo burocrático y buscan experiencias siempre novedosas. Pero la realidad es que se trate de científicos, artistas, empresarios o guías turísticos, la mayor parte de la actividad humana tiende a ser repetitiva y esa repetición es obligatoria cuando se requiere experticia.