resumen de la carta abierta por la democracia electoral
Respuestas a la pregunta
En principio, las democracias modernas (participativas o representativas) buscan que venza el ejercicio de la soberanía del pueblo. Sin embargo, si alguien vence otro pierde, creando así dos opuestos de vencedores y vencidos. En el clásico de la literatura El arte de la guerra, el filósofo y estratega militar chino Sun Tzu afirmó que “cualquiera que tenga forma puede ser definido y cualquiera que pueda ser definido puede ser vencido”. Ahora bien, la pregunta es ¿lo vencido siempre es un alguien o también hay un algo que pierde? Así pues, en la política electoral costarricense de las pasadas elecciones presidenciales se ha tornado borrosa la que en mi opinión es la peor forma de enemigo: desdibujada por varias apariencias de “enemistad” que son trazadas según quien las conciba (el populismo, el conservadurismo, el liberalismo y el progresismo; entre otras tendencias políticas).
Así las cosas, a tan solo ocho meses de que el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) realice la convocatoria oficial a elecciones presidenciales de 2022, el “monstruo enemigo” sigue invisible en la conciencia de las personas electoras, pero sobre todo en la actividad política del país. Personalmente, considero que el verdadero enemigo de la democracia electoral costarricense es la tajante separación de lo social y lo económico (como quien separa alma y cuerpo de un ser vivo). Por ejemplo, ante la actual crisis sanitaria por el COVID-19, los políticos opositores al gobierno actual han reivindicado la necesidad de “reactivar la economía del país” la cual es ciertamente justa y necesaria; no obstante, olvidan que el verdadero desarrollo del país (a mediano y largo plazo) no se limita únicamente a la economía del país ni al fenómeno de la productividad.
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