Resumen de esto pliss:
“Trataba de concentrarme en la escritura cuando, de pronto, una sinfonía de gritos chillones
me llegó desde la terraza. Pasaba lo que nunca había ocurrido: que el canto de los pájaros era
perceptible a los oídos. Allí estaban, agolpados, glotones, atraídos por las macetas donde
comienza a brotar la primavera, Eran gorriones. Traté de imaginarme el Retiro, a un paso,
disfrutando mi parque del aire limpio y de un silencio solo interrumpido por el vibrar de
cientos de especies que hacen latir su tierra y que son invisibles a nuestros ojos. Viajé con la
imaginación a la ribera del Manzanares, donde la naturaleza ha agradecido el mimo de los
últimos años, que ha servido de llamada a gaviotas, abubillas, patos, jilgueros, galápagos,
garzas reales. ¿Habrán llegado nutrias a bañarse entre sus juncos como esa foca que el otro día
se burlaba de nuestro confinamiento a orillas del Urumea? La vida natural está al acecho para
volver al mismo lugar de donde fue expulsada. El científico Alan Weisman imaginó en el libro
Un mundo sin nosotros qué ocurriría si desapareciéramos de nuestras ciudades. ¿Cuánto
tiempo tardaría el mundo vegetal en quebrar el asfalto? No mucho: en mi acera ya parece que
quiere brotar el musguillo, libre de nuestras pisadas.
Queremos pensar que esto provocará un cambio en nosotros. Necesitamos imaginar que
esta experiencia colectiva, traumática, nos hará por así decirlos, mejores personas Más atentos
a lo esencial, menos anhelantes de lo prescindible. Pero eso no ocurrirá si no aceptamos que el
cambio afecte a la manera en que hasta ahora hemos vivido. […]
La prensa nos regala estos días artículos que pueden arrancarnos de nuestro estado de
perplejidad y señalarnos un camino de salvación. La periodista experta en pandemias, Sonia
Shah, publicaba una pieza “Contra las pandemias, la ecología”, en Le Monde Diplomatique, y
en la misma línea lo hacía en este periódico Marcos Cueto, historiador de la medicina.
Abrumados como estamos por los muertos y los enfermos, liderado el mundo por presidentes
reaccionarios, Trump, Bolsonaro o Johnson, se nos puede escapar lo que ya se venía
advirtiendo desde hace tiempo, que las pandemias son una consecuencia de la deforestación,
de la industrialización masiva de la carne, de una sanidad esquilmada, de la violencia con la
que hemos intervenido en el espacio natural. No escuchábamos el clamor de estas razones
porque las epidemias nos parecían males que se cebaban en el mundo pobre, con plagas
bíblicas. Pero han derribado las puertas de nuestra frontera vital. Los animales salvajes,
llámense pangolines o murciélagos no son los culpables. Expulsados de sus hábitats, azotados
por la sequía, huyen, igual que hacemos nosotros cuando nos vemos amenazados. Sus virus
saltan hasta nuestras bocas no solo porque se vendan en los mercados, también porque los
sometemos a un amontonamiento brutal.
¿Cómo saldremos de esta? ¿Admitiremos que hay que controlar el consumo? ¿Asumiremos
la necesidad de la producción cercana de los alimentos? ¿Viajaremos menos? ¿Seguiremos
defendiendo nuestra sagrada libertad por encima de todo? La traductora Marta Rebón
nombraba estos días, con mucho acierto, al médico escritor Anton Chejov. El tío Vania es,
entre otras cosas, una denuncia de la brutalidad humana: “Hay cada vez menos bosques, se
secan los ríos, la fauna está casi exterminada, el clima se ha deteriorado, y con cada día que
pasa la tierra es más pobre y más fea”. Él lo sabía ya, en 1899”
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Un mundo sin nosotros qué ocurriría si desapareciéramos de nuestras ciudades. Shah, publicaba una pieza "Contra las pandemias, la ecología", en Le Monde Diplomatique, y en la misma línea lo hacía en este periódico Marcos Cueto, historiador de la medicina. Abrumados como estamos por los muertos y los enfermos, liderado el mundo por presidentes reaccionarios, Trump, Bolsonaro o Johnson, se nos puede escapar lo que ya se venía advirtiendo desde hace tiempo, que las pandemias son una consecuencia de la deforestación, de la industrialización masiva de la carne, de una sanidad esquilmada, de la violencia con la que hemos intervenido en el espacio natural. No escuchábamos el clamor de estas razones porque las epidemias nos parecían males que se cebaban en el mundo pobre, con plagas bíblicas.
Explicación:
Espero que te halla servido, si es así te agradecería que lo pongas como mejor respuesta, gracias