Arte, pregunta formulada por btsbangtanson7, hace 1 mes

resumen de el capítulo XV y XVI de el principito

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Respuestas a la pregunta

Contestado por Xandervid
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Respuesta:

Capítulo xv

El siguiente planeta está habitado por un geógrafo. El planeta en sí es muy distinto a los demás porque es diez veces más grande. Allí, el geógrafo, en un tomo muy grande, asienta todo el conocimiento que adquiere sobre geografía a partir del relato de los exploradores que lo visitan.

Tras no poder contestar al principito si su planeta tiene océanos, el geógrafo se justifica diciendo que no tiene tiempo para ir a explorar, porque tiene una tarea más importante: registrar los testimonios de quienes sí exploran. Para asegurarse de lo que dicen los interroga, porque sería sumamente problemático tener un explorador borracho o mentiroso.

De pronto, el geógrafo se interesa por el principito y por lo que este le pueda describir sobre el asteroide B-612. No hay mucho que decir porque su planeta es muy chico, entonces nombra los tres volcanes y su flor. El geógrafo no se interesa por la flor porque, según él, la geografía se ocupa de lo eterno y la flor no es sino efímera. Tras preguntarle por la definición de “efímero”, el principito se siente sumamente angustiado por su flor. Luego, le pide al geógrafo que le recomiende un nuevo lugar para visitar y este le sugiere que vaya a la Tierra, ya que cuenta con una muy buena reputación.

Explicación:

CAPÍTULO XVI

El séptimo planeta fue, pues, la Tierra.

La Tierra no es un planeta cualquiera ! Se cuentan en ella ciento once reyes (sin olvidar, por supuesto, a los reyes negros), siete mil geógrafos, novecientos mil hombres de negocios, siete millones y medio de borrachos, trescientos once millones de vanidosos, es decir alrededor de dos mil millones de adultos.

Para darles una idea de las dimensiones de la Tierra les diré que antes de la invención de la electricidad se debía mantener en ella, en el conjunto de los seis continentes, un verdadero ejército de cuatrocientos sesenta y dos mil quinientos once faroleros.

Vistos desde una cierta distancia producían un efecto espléndido. Los movimientos de este ejército estaban ajustados como los de un ballet de ópera. Primero era el turno de los faroleros de Nueva Zelanda y de Australia. Luego ellos, habiendo encendido sus faroles, se iban a dormir. Entonces entraban a su turno en la danza los faroleros de China y de Siberia. Luego ellos también desaparecían entre bambalinas. Entonces llegaba el turno de los faroleros de Rusia y de la India. Luego de los de África y Europa. Luego de los de América del Sur. Luego de los de América del Norte. Y nunca se equivocaban en su orden para entrar en escena. Era grandioso.

Solamente, el farolero del único farol del polo Norte, y su colega del único farol del polo Sur, llevaban vidas de ocio e indolencia: trabajaban dos veces por año.

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