resumen de capitulos del libro alas rotas
Respuestas a la pregunta
vez al mes y pasaban horas hablando de su amor y de otros tópicos. Un día a finales de junio, Gibrán aguardaba en el templo a Selma. Selma llegó y se notaba un cambio en ella, a lo que Gibrán le preguntó que pasaba. Selma dijo que sería su último encuentro porque temía que el obispo los hubiera descubierto (su esposo ni siquiera se preocupaba de ella). Selma hacía esto porque tenía miedo de que el obispo castigara a Gibrán de alguna manera. Se dieron un dulce beso y ella se fue. Gibrán se dio cuenta de lo que pasó cuando ya había caído la noche. Ya habían transcurrido 5 años de matrimonio entre Selma y el sobrino del obispo, pero no habían tenido hijos. Selma quería un hijo para que le sirva de consuelo. Selma le rogaba a Dios que le diera un hijo hasta que al fin se lo concedió. Selma se alegró y salió por un momento de la cueva del sufrimiento cuando se enteró de que estaba embarazada. Selma contaba los días que faltaban para que su hijo llegara a llenar de alegría
Respuesta:Gibrán narra su historia, la historia de un amor doloroso que ni la muerte pudo curar. En la primavera de aquel año, Gibrán se encontraba en Beirut-Líbano. Todo es más hermoso en Líbano, especialmente la primavera y todo su follaje. Un día fue a visitar a un amigo, quien le presentó a Farris Efendi. Farris Efendi saludó con Gibrán y lo reconoció, era el hijo de un viejo amigo suyo; y le dijo que lo fuera a visitar para recordar su juventud con el padre de Gibrán. Farris Efendi era un hombre rico y amable, combinación extraña que hace sufrir a la persona durante toda su vida. Cierto día, Gibrán decidió ir a visitar a Farris. Farris recibió muy cordialmente a Gibrán y lo llenó de preguntas sobre su vida. Entró una joven en la sala y Farris la presentó como su hija, Selma. Gibrán se sintió en las nubes, en el cielo transportado por la misma Selma. Farris les dijo que se tendrían que tratar como hermanos. Farris hablaba sobre las anécdotas que había vivido con su amigo en su juventud. Gibrán seguía visitando a Farris y de paso contemplando a Selma en el jardín. Un día Farris invitó a Gibrán a cenar. Gibrán llegó y se sentó en la banca junto a Selma y ambos permanecieron en silencio. Farris los llamó para cenar. Cuando acababan de cenar, una criada avisó que el carruaje del obispo (un cruel obispo escondido tras la gloria del Evangelio) lo estaba esperando. Farris se paró y le dijo a Gibrán que esperaba encontrarlo en casa cuando él regresara. Gibrán se quedó con Selma y ambos fueron a sentarse en el jardín, junto al jazmín, y allí se confesaron su amor entre diálogos y el silencio. Ambos estaban felices al saber que el sentimiento era mutuo. Llegó Farris con lágrimas en los ojos y le dijo a Selma que muy pronto será entregada a un hombre, al sobrino del obispo (un malvado hombre corrupto que tiene ventajas por la única razón de ser sobrino del obispo). Selma entró con su padre llorando y pidiéndole explicaciones a la casa. Gibrán se quedó un momento meditando en el jardín y luego entró para despedirse. El casamiento de Selma con Mansour Bey Galib era por el simple interés de adueñarse de la fortuna de Farris. Pasó una semana y Gibrán fue a visitar a Selma y a Farris. Selma estaba sola porque Farris había ido con el obispo para fijar la fecha de la boda. Selma le pidió a Gibrán mientras lloraba que la recordara siempre y él le decía que haría lo que ella quisiera. Selma se casó y se fue a vivir con su marido en una casa alejada de su padre. Gibrán ya no visitaba con tanta frecuencia a Farris, pero un día se enteró de que estaba enfermo. Fue a verlo y cuando entró al cuarto, Farris le dijo que fuera a consolar a su hija que estaba en el jardín. Gibrán fue y ambos se consolaron luego volvieron al cuarto y se sentaron uno a cada lado. Habló con Selma y luego con Gibrán; a Selma le dijo que halle consuelo en Gibrán, y ella le respondió que como podía hallar consuelo en un alma abatida; Gibrán sentía que esas palabras le clavaban en el pecho. A la medianoche, Farris despertó, intentó decir algo y murió. Entre unos jardines y unas colinas que unen a Beirut con el monte Líbano, había un pequeño templo casi abandonado. En el muro oriental del templo había una escultura de la diosa mesopotámica del amor, la belleza y la voluptuosidad, Ishtar; y en un segundo muro se ve a Cristo clavado en la cruz. En este templo, Gibrán y Selma se reunían una
vez al mes y pasaban horas hablando de su amor y de otros tópicos. Un día a finales de junio, Gibrán aguardaba en el templo a Selma. Selma llegó y se notaba un cambio en ella, a lo que Gibrán le preguntó que pasaba. Selma dijo que sería su último encuentro porque temía que el obispo los hubiera descubierto (su esposo ni siquiera se preocupaba de ella). Selma hacía esto porque tenía miedo de que el obispo castigara a Gibrán de alguna manera. Se dieron un dulce beso y ella se fue. Gibrán se dio cuenta de lo que pasó cuando ya había caído la noche. Ya habían transcurrido 5 años de matrimonio entre Selma y el sobrino del obispo, pero no habían tenido hijos. Selma quería un hijo para que le sirva de consuelo. Selma le rogaba a Dios que le diera un hijo hasta que al fin se lo concedió. Selma se alegró y salió por un momento de la cueva del sufrimiento cuando se enteró de que estaba embarazada. Selma contaba los días que faltaban para que su hijo llegara a llenar de alegría
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