resumen capítulo 13 El Mago de Oz
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
El León Cobarde se alegró mucho de que un balde de agua hubiera derretido a la Bruja Mala, y Dorothy abrió enseguida la puerta de la prisión y lo puso en libertad.
Explicación:
El rescate
El León Cobarde se alegró mucho de que un balde de agua hubiera derretido a la Bruja Mala, y Dorothy abrió enseguida la puerta de la prisión y lo puso en libertad. Entraron juntos al castillo, donde la primera acción de Dorothy consistió en reunir a todos los winkies y decirles que habían dejado de ser esclavos.
Hubo una gran explosión de felicidad entre los amarillos winkies. Durante muchos años se habían visto obligados a trabajar con esfuerzo para la Bruja Mala, que siempre los había tratado con crueldad. Declararon festivo ese día, en esa ocasión y en todos los años siguientes, y dedicaron el tiempo a divertirse y a bailar.
—Si nuestros amigos, el Espantapájaros y el Leñador de Hojalata, estuvieran con nosotros —dijo el León—, yo sería muy feliz.
—¿No crees que los podríamos rescatar? —preguntó la niña, ansiosa.
—Podemos intentarlo —respondió el León.
Llamaron entonces a los amarillos winkies y les preguntaron si les podrían ayudar a rescatar a sus amigos, y los winkies dijeron que para ellos sería un placer ayudar en todo lo posible a Dorothy, que los había liberado. La niña escogió entonces a unos cuantos winkies, los que parecían saber más, y se pusieron en marcha. Viajaron ese día y parte del siguiente, hasta que llegaron a la rocosa planicie donde yacía el Leñador de Hojalata, abollado y retorcido. El hacha estaba a su lado, pero tenía la hoja oxidada y el mango partido.
Los winkies lo alzaron cuidadosamente en brazos y lo llevaron al castillo amarillo; en el camino Dorothy derramó algunas lágrimas, apenada por el estado de su viejo amigo, y el León parecía apesadumbrado. Cuando llegaron al castillo Dorothy dijo a los winkies:
—¿Hay entre vosotros algún hojalatero?
—Claro que sí; algunos somos buenos hojalateros —le contestaron.
—Entonces que vengan aquí los que lo sean —dijo la niña. Y cuando llegaron los hojalateros trayendo todas las herramientas en canastas, Dorothy preguntó:
—¿Podéis enderezar todas esas abolladuras en el Leñador de Hojalata y volver a darle forma y soldarle las partes rotas?