Castellano, pregunta formulada por wellingtongallegos96, hace 3 meses

resumeh del pais de los pajaros

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Contestado por aracellyslara9
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Respuesta:

Esta es la primera página de El país de los pájaros, libro escrito por un tal Oral Siguán, escritor desconocido que nació en un paraje llamado Palincaj, nombre que en el idioma de los indígenas quichés de Guatemala significa “frente al cielito”. Palincaj es un pequeño pueblo de casas blancas construido hace más de cuatrocientos años en un lugar cerca del cielo”.

Así, cerca del cielo y en un territorio quiché, arranca la historia de un niño huérfano, de nombre Osvaldo, pero más conocido como Subalguá. Este niño vive con doña Nicanora, una mujer a la que llama madrina y quien, como aclara el narrador, no era mala como las madrastras de los cuentos, pero cuya pobreza no alcanzaba para cuidar del muchacho. La precariedad, lo sabemos, implica casi siempre asumir roles indeseables y es así como se desencadena en la historia una serie de entregas y despojos: Nicanora deja a Subalguá bajo la tutela del alcalde del pueblo; este, sabedor de que el Estado en ese pueblo no existe, ofrece el niño al cura del pueblo, quien acepta proporcionarle techo y comida a cambio del trabajo en el gallinero.

Hasta aquí la historia de Subalguá podría ser el calco de cientos de experiencias de niños abandonados a su suerte en el territorio guatemalteco. La narrativa toma, empero, un rumbo inesperado. Porque Subalguá es también un pájaro y, como tal, vuela. Más bien, Subalguá es uno y muchos pájaros, porque al leer el libro El país de los pájaros, viene el don de la transformación en tordo azul, paloma mensajera, pijuy, tortolita, pájaro carpintero, gavilancillo, quebrantahuesos. Los teóricos de la literatura fantástica dirán que se produce la vacilación entre lo real y la irrealidad, se quebrantan las leyes que gobiernan el universo y se pone en duda este.

Con una delicadeza que recuerda el trazo del acuarelista Luis Alfredo Arango, las palabras van delineando en el relato un personaje curioso y buen amigo de sus amigos. Es así como Subalguá confiesa a su mejor amigo Chepe Güicho Tortolón que ha conocido el país de los árboles de plumas, donde los pájaros se refugian en caso de peligro. Pero como niños y adultos siempre guardamos secretos, Subalguá no cuenta a Chepe Güicho Tortolón que conoció a Tanatol, “el zopilote triste”. De Tanatol sabemos que es un poeta-zopilote, vuela todos los días para encontrar sustento y los animales lo consideran un poco raro porque “se deleita oyendo y viendo el país de los pájaros, los amaneceres, las puestas de sol y las orillas doradas de las nubes.” Subalguá y Tonatol se volverán grandes amigos: el primero aportará ilusión e intrepidez; el segundo, la experiencia.

El conocimiento de Tanatol, en la trama del relato, coincide con la aparición en el pueblo de Clavicoj, “el águila de las dos cabezas”. Los rumores de los pobladores sobre apariciones de Clavicoj y el descubrimiento de Subalguá del escudo del emperador Carlos I en un salón oscuro de la iglesia precipitan los acontecimientos. En efecto, una gran inundación anega el pueblo. Los pobladores logran sobrevivir, gracias a que el cura del pueblo, Bernardino, abre las puertas de la iglesia, la construcción más sólida del lugar.

En medio de la inundación, la memoria se vuelve el tema del relato. La puerta abierta de la iglesia como refugio trae a la memoria otras puertas abiertas de iglesias en medio de la desgracia y el horror del campo guatemalteco. Pero sobretodo, el libro El país de los pájaros, muy dañado por el agua, invita a Subalguá a descubrir un secreto: “Es-ta-es…la-pri-me-ra-pá-gi…na-del…pa…pa-ís de-los-pa…pája…pá-ja-ros el-pri…mer-mu-cha…cho que-lo-gre-des-des…des-ci-frar…fra-la…des-cu-bri…cu-bri-rá-e-se-cre-to…cret…del-pá-ja-ro-cla-vi-coj”. Y descifrar el secreto significa obtener una recompensa. En términos concretos y útiles, aliviar la pobreza.

Tanatol ayuda a Subalguá con información. Le cuenta que Clavicoj vive en el Cerro de la Culebra, un bosque circular en donde los Tucuritos trabajan sin parar en las plantaciones. Estos Tucuritos también roban el alma a los viajeros y curiosos para someterlos al trabajo sin pausa. El libro maravilloso aporta otro dato: Clavicoj ha existido desde el siglo XVII (clara alusión a la Colonia), bajo otros nombres y también existió un muchacho y un zopilote triste que trataron de vencer al águila de dos cabezas. El reto de Subalguá es romper el círculo, ya enterado de la Historia.

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