Resume el texto:
Cada vez encontramos más evidencias de que somos una especie optimista por naturaleza. Aunque la realidad nos indique lo contrario y pese a que parezca contradictorio, nos comportamos de manera optimista.
Mirado desde una perspectiva evolutiva, sobrevivir y perdurar para una especie representa un duro trance en el que los organismos influidos por corrientes optimistas son los que llegan a mejor término. Tanto es así que, para poder sobrevivir, los humanos nos engañamos a nosotros mismos haciéndonos creer que el futuro será más fácil que ahora. A la espera de noticias positivas, nos adaptamos a los contratiempos de la vida; es decir, modelamos nuestro comportamiento presente en función de los objetivos futuros.
En esta línea, las investigaciones encabezadas por la neurocientífica Tali Sharot, del Affective Brain Lab del University College London sugieren que para ser felices y tener buena calidad de vida, la clave está en apostar por una actitud optimista. De hecho, en sus trabajos, Sharot ha observado que el comportamiento humano está sesgado hacia el optimismo.
Por otro lado, trabajos recientes apuntan hacia los beneficios que las actitudes positivas tienen en nuestra salud como por ejemplo una reducción del riesgo de sufrir dolencias cardiovasculares. Los científicos atribuyen este efecto beneficioso al hecho de que el optimismo reduce los niveles de cortisol, hormona asociada al estrés. Estas hormonas son necesarias en momentos puntuales para que reaccionemos rápidamente ante situaciones de peligro o alarma, pero liberadas a largo plazo, por ejemplo, si padecemos ansiedad en períodos prolongados, pueden incrementar el riesgo de padecer ciertas enfermedades.
Dos son las causas principales de aumento de la esperanza de las poblaciones humanas. Por un lado, la mejora del nivel de vida: tener recursos económicos suficientes, contar con una educación de calidad, saber cuidarse mejor... En un sentido amplio, podríamos hablar de prosperidad.
El otro gran avance procede de las mejoras sanitarias, fruto del conocimiento que nos ha proporcionado la ciencia: mejores medidas y políticas de higiene, un medio ambiente más saneado, una medicina cada vez más precisa y personalizada.
Según el experto en demografía James Vaupel, director del Instituto Max Planck de Investigación Demográfica, en Alemania, durante los últimos años en Europa, la esperanza de vida ha aumentado dos años y medio por cada década. Si no se da un retroceso en la prosperidad ni en el avance científico y tecnológico, la tendencia de esta esperanza de vida continúa al alza.
Por primera vez en la historia de la evolución, empezamos a conocer y gestionar las emociones. Por fin, estamos descubriendo la prioridad que deberíamos otorgar a la inteligencia emocional, a la habilidad para tomar conciencia de nuestras propias emociones así como de las ajenas y poder gestionarlas.
La ciencia constata la importancia del aprendizaje social y emocional tanto en el seno de la familia como en las aulas, y de su prioridad frente a los contenidos académicos de los más pequeños, como la capacidad de cálculo, la caligrafía o la gramática. Aquí, en aprender a manejar las propias emociones reside la clave del éxito de los futuros adultos.
Respuestas a la pregunta
Resumen: El Optimismo ayuda a la longevidad del ser humano.
Los seres humanos somos una especie optimista por naturaleza. A pesar de que la especie esté pasando un duro trance, son los optimistas quienes llegan a un mejor término. Solemos engañarnos para poder sobrevivir, diciendo que el futuro será mejor que el presente. Moldeamos nuestro comportamiento en función de los objetivos futuros.
Tali Sharon, del Affective Brain Lab del University College London, sugiere que para ser felices y tener una buena calidad de vida, la clave es ser optimista. Gracias a investigaciones, logró resultar que el comportamiento está sesgado hacia el optimismo.
Al tener una actitud positiva, los riesgos de contraer enfermedades cardiovasculares disminuyen, gracias a la reducción de la hormona Cortisol. La cual, es útil en momentos puntuales; pero no es sana portarla en tiempos prolongados.
Además, el optimismo nos ayuda a tener una vida más sana, comidas saludable, un ambiente más higiénico gracias a la ciencia, y prosperidad económica.
Según James Vaupel, ha abordado en su investigación que las esperanzas de vida en Europa ha ido aumentado a dos años y medio, por cada año. Gracias a que estamos más conscientes de las respuestas sociales y culturales, con respecto a las amenazas.