Castellano, pregunta formulada por jazrivas0710, hace 7 meses

resume el contenido del cuento El baldío​

Respuestas a la pregunta

Contestado por Jdavid007
1
Resumen:
No tenían cara, chorreados, comidos por la oscuridad. El olor del agua estancada del Riachuelo debía estar en todas partes, ahora más con la fetidez dulzarrona del baldío hediendo a herrumbre, a excrementos de animales, ese olor pastoso por la amenaza del mal tiempo que el hombre manoteaba de tanto en tanto para despegárselo de la cara. Los faros de un auto en una curva desparramaron de pronto una claridad amarilla que llegó en oleadas sobre los montículos de basura, sobre los yuyos, sobre los desniveles del terreno. La oscuridad volvió a tragarlas enseguida.

Lo acomodó como pudo, lo arropó con basura, ramas secas, cascotes. Parecía de improviso querer protegerlo de ese olor que llenaba el baldío o de la lluvia que no tardaría en caer. Entonces escuchó ese vagido que lo sobresaltó. Subía débil y sofocado del yuyal, como si el otro hubiera comenzado a quejarse con lloro de recién nacido bajo su túmulo de basura.

Iba a huir, pero se detuvo encandilado por el fogonazo de fotografía de un relámpago que arrancó también de la oscuridad el bloque metálico del puente, mostrándole lo poco que había andado. Se arrodilló y acercó husmeando casi ese vagido tenue, estrangulado, insistente. El hombre quedó un largo rato sin saber que hacer. Ahora el vagido tironeaba de él.

El hombre la tomó en sus brazos. Cada vez más rápido, corriendo casi se alejó del yuyal con el vagido y desapareció en la oscuridad.



GeorgiinaProcopp: me ayudas plis. me pide que explique oralmente la expresión "viajando al ras del suelo". ¿quién hace viajar a ese personaje? ¿viaja realmente?
carisimoeze: Lo esta arrastrando
Contestado por StivenHernandez572
3

Explicación:

El baldío - Augusto Roa Bastos No tenían cara, chorreados, comidos por la oscuridad. Nada más que sus dos siluetas vagamente humanas, los dos cuerpos reabsorbidos en sus sombras. Iguales y sin embargo tan distintos. Inerte el uno, viajando a ras del suelo con la pasividad de la inocencia o de la indiferencia más absoluta. Encorvado el otro, jadeante con el esfuerzo de arrastrarlo entre la maleza y los desperdicios. Se detenía a ratos a tomar aliento.

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