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Cómo imaginamos lo público
Todos tenemos experiencias gratas o desagradables de “lo público”, las cuales crean imaginarios
individuales y colectivos y también prejuicios.
Silvia Otero Bahamón (2010), investigadora del
Centro de Investigación y Educación Popular, nos
dice: “Cuando pensamos lo público en un país
como Colombia, inmediatamente pensamos en
una gran cantidad de prácticas que desfiguran
estas nociones: la corrupción, el clientelismo, la
politiquería, falta de cultura cívica, los intereses
privados, etc. En los análisis políticos y las conversaciones cotidianas solemos afirmar que en
Colombia no hay espacio público, no hay respeto por lo público y que los intereses privados son
predominantes. En resumen, lo público en Colombia se piensa desfigurado, abusado, comprometido, anómalo”.
La destrucción de los bienes públicos como el
daño de los juegos en los parques, el robo de alcantarillas y señales de tránsito son un ejemplo de
la falta de sentido de lo público. Igualmente, cuando se hace mal uso de los servicios, se desperdicia la energía y el agua o se incumplen las citas
médicas, no hay respeto por el bien común; estas
actitudes perjudican a otros ciudadanos y hacen
ineficiente la prestación de estos beneficios. Pero
también hablamos de lo público cuando hacemos
participación democrática, es decir, en las campañas políticas y las elecciones y en este escenario
también hay detrimento de lo público con prácticas como el clientelismo y la corrupción.
El bien común
Cuando pensamos lo público, lo hacemos en
términos de experiencias, en cómo nos ha ido,
no en lo que debería ser, que es la construcción social y colectiva, es decir, la conciencia
de que la ciudadanía debe involucrarse en la
construcción y mejoramiento del “bien común”, como una responsabilidad de los ciudadanos para que no sea apropiado por unos
pocos que sólo piensan en sus intereses y por
lo tanto desvirtuando el sentido de lo público.
Debería pensarse el “bien común” como aquello que nos beneficia a todos y que debe ser la
prioridad de los gobiernos.
Pero hay que tener mucho cuidado con el uso
que se le da a la expresión “bien común”. Hay
personas que manipulan y llaman a sus intereses
privados, bien para todos. Por ejemplo, cuando un político necesita hacer una carretera para
llegar a su finca y logra posicionar su proyecto
como una necesidad de la población, en algunos casos es posible que el único beneficiado
sea él mismo. No se debe perder de vista que
cuando hablamos de intereses comunes no podemos pasar por encima del conflicto, las diferencias, la oposición y la necesidad de negociar
y llegar a acuerdos. Es decir, el bien común no
existe al margen de los intereses particulares,
por lo tanto, se construye a partir de acuerdos
y negociaciones.
andreabona13:
si puedo doy corona
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Cómo imaginamos lo público
Todos tenemos experiencias gratas o desagradables de «lo público», las cuales crean imaginarios individuales y colectivos y también prejuicios.
El bien común
Cuando pensamos lo público, lo hacemos en términos de experiencias, en cómo nos ha ido, no en lo que debería ser, que es la construcción social y colectiva, es decir, la conciencia de que la ciudadanía debe involucrarse en la construcción y mejoramiento del «bien común», como una responsabilidad de los ciudadanos para que no sea apropiado por unos pocos que sólo piensan en sus intereses y por lo tanto desvirtuando el sentido de lo público.
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