resúm del llibre aigües encantades
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Una habitación de ambiente severo en casa de Pere Amat. Un aparador, una mesa, sillas. Cecilia, su hija, está sola leyendo un libro cerca del balcón.
Cecilia oye pasos y pregunta quién es. Es Vergés, un chico de aspecto normal, maestro del pueblo. Ya sabe que se iba a encontrar sola a Cecilia. Que ni él ni ella irían a las plegarias para que llueva. Cecilia dice que sus padres querían hacerle ir, pero no soporta esos espectáculos. Espectáculos que son poéticos aún y todo, dice Verges. Cecilia no está de acuerdo: si son absurdos, hay que luchar contra ellos. Para Vergés, Cecilia es un ave presa que irá lejos. No a la ciudad, como piensa Vergés, más lejos. A donde la lleve su lucha. Y es que Cecilia no soporta la gente que no lucha, como la gente del pueblo, sumisa. Vergés no está de acuerdo, dice que en otro lugar se encuentra a alguién con quien compartir la dureza de la vida. Vergés es mas contemplativo ante la vida, lo que ha de ser, será; y vivir con el corazón. Cecilia le llama al balcón para que vea la gente que entra en la iglesia y se oyen los cánticos más fuertes. Vivir, sí, dice Cecilia, para soñar con el futuro. Vergés, que sueñe, que todavía falta mucho. Y Cecilia replica; sí, falta mientras haya tradición y leyenda.
Aparece Juliana, madre de Cecilia, toda vestido de negro, con rosario en mano. Le echa en cara a Cecilia no haber ido a la iglesia. Dice que su padre también está enfadado. Cecilia reivindica su libertad. Y Juliana, su madre, la autoridad de ser madre. Cecilia le responde irónicamente, apelando a los sermones de iglesia. Qué falta de respeto, Juliana. Cecilia echa en cara que en la iglesia culpen a sus pecados de la falta de lluvia. Juliana dice que hoy la misa no ha sido así, que les ha dado esperanza. A Vergés eso le parece bien. Cuenta Juliana que la ha sido emocionante, los hombres desclazos y con cadenas, haciendo penitencia. Todo el pueblo estaba fuera en la calle, detraś de la imagen de la Virgen en procesión. Y Juliana se lamenta de que Cecilia estuviese mientras riéndose. Vergés pide a Cecilia que pare de burlarse, un poco de respeto hacia su madre. Todo es un error, Cecilia. Pero aún así, hay poesía en ello, Vergés, en la tradición. Cecilia no acepta esa visión. Vergés puede llegar a estar de acuerdo, pero su actitud siembra la discordia en la familia, que es lo último que queda. Está dominado por el sentimiento.
Entra en escena Pere Amat, padre de Cecilia. Está indignado con Cecilia por no haber ido. Le ordena que le traiga un gorro y la zamarra. Mientras, Reprocha a Vergés que no haya ido a las plegarias, que es dar mal ejemplo, y que ellos han hecho lo que había que hacer. Vergés le trata con tono apaciguador. Cecilia interviene desafiante, y el padre la manda fuera. Vergés, que Cecilia sufre. Amat, que su madre también. Amat empieza a contar con detalles, emocionado, la rogativa para que llueva.
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