Resultado de la expedición de luperon
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Un día como hoy, 19 de junio de 1949, doce aguerridos apóstoles de la libertad, procedentes del lago Izabal, en Guatemala, a bordo del hidroavión “Catalina”, desembarcaron en la bahía de Luperón, Puerto Plata, en una nueva hazaña que- aunque frustrada por el poderío militar de la dictadura trujillista- constituye otro de los capítulos más significativos y memorables en la larga lucha del pueblo dominicano por afianzar su dignidad y sus derechos.
El Ex. presidente Juan José Arévalo Bermejo, en su “Prólogo en disidencia”, escrito en noviembre de 1955 desde Chile para la obra de Horacio Julio Ornes “Desembarco en Luperón”, donde se narran con lujo de detalles, por uno de sus principales artífices, las incidencias de aquella aventura libertaria, diría de la misma que se trató de “una de las más audaces hazañas cumplidas en el mar caribe en el siglo XX por hombres amantes de la libertad de sus compatriotas”.
Fracasada la expedición de Cayo Confites en 1947- muy especialmente debido a la guerra interna entre los grupos políticos que militaban a lo interno de Cuba y la eficacia de la maquinaria de espionaje articulada por Trujillo, entre otros factores, el escenario de los aprestos libertarios de los exiliados en contra Trujillo, bajo el liderazgo del General Juan Rodríguez Garcia, se habia traslado a la región centroamericana, y específicamente a Costa Rica y Guatemala.
En Costa Rica había triunfado en 1948 la revolución encabezada por José Figueres y en la cual participaron muchos de los expedicionarios de Cayo Confites. El compromiso político implicaba el apoyo de Figueres en la lucha armada contra Trujillo, al concluir la lucha insurrreccional Costarricense. Contaban, al propio tiempo, con el apoyo del presidente Arévalo Bermejo, quien, fiel a sus convicciones políticas y su solidaridad continental, prestó a la misma extraordinario concurso.
“Con el pueblo y junto al pueblo alcanzaremos la victoria” ¡Viva la libertad! ¡Viva la democracia! Abajo Trujillo y su régimen de oprobio”. Así concluía el memorable manifiesto de los expedicionarios de Luperón redactado por el psiquiatra y combatiente de la guerra civil española Román Durán.
Los expedicionarios de Luperón, constituían el contingente más pequeño, de los tres que inicialmente se habían conformado, bajo la dirección máxima del General Juan Rodríguez García(Juancito), comandante en jefe del ejército de liberación, el general de brigada Miguel Ángel Ramírez, jefe de estado mayor general y el coronel Horacio Julio Ornes Coiscou, quien fungiría como jefe de operaciones de la expedición.
El en plan insurreccional, estaba previsto que el general Juan Rodríguez encabezaría el grupo más numeroso, de 37 combatientes, al que le seguiría en proporción numérica el que estaría dirigido por el general Ramírez Alcántara, integrado por 25. Debido a las inclemencias del tiempo y a complejos contratiempos experimentados tanto en Guatemala como en la base aérea de Cozumel, México, convenido como punto estratégico para el reabastecimiento de combustible, ambos grupos, los más numerosos, se vieron imposibilitados de cumplir su cometido.
El General Rodríguez pensó, inicialmente, en la posibilidad de aterrizar entre el valle de Constanza y la región de Valle Nuevo, sitios donde entendía que su presencia podía concitar adhesión al percatarse de su presencia lo mismo que el general Ramírez había concebido aterrizar en San Juan de la Maguana, de donde era oriundo.Una flotilla de 7 aviones, por instrucciones del general Juan Rodríguez, había sido adquirida en México por su hijo José Horacio y el ex combatiente de la guerra civil española Alberto Bayo, a efectos de lo cual habían formado la compañía “Rutas Aéreas Mexicanas, Sociedad Anónima”, dando así carácter legal a la adquisición evitando sospechas que comprometieran la operación.
El avión Douglas DC-3, de matrícula XAHOS, uno de los siete, al agotársele el combustible, aterrizó el 20 de junio a las a las 8:00 p.m en Cozumel, - territorio mexicano de Quintana Roo- siendo descubierto con gran cantidad de armas, acción que fue denunciada ante la Secretaria de la Defensa Nacional de México.
Otros dos quedarían atascados en las costas de Mérida, Yucatán, donde serían apresados seis de los jefes que también formarían parte de la expedición, a saber: Daniel Martí, Carlos Gutiérrez, Ignacio González, Ramón Rodríguez, José Horacio Rodríguez y el líder del grupo, el cubano Eufemio Fernández, enrolado en la operación y quien previamente había participado en el frustrado proyecto de Cayo Confites.
Arribaron en el Catalina, comandado por Horacio Julio Ornes, los dominicanos Tulio H. Arvelo, Federico Horacio Henríquez Vásquez(Gugú), José Rolando Martínez Bonilla, Héctor Miguel Ángel Arzeno (Miguelucho), Hugo Kundhart, Salvador Reyes Valdez y Manuel Calderón Salcedo; el costarricense Alfonso Leyton y los nicaragüenses Alejandro Selva, Alberto Ramírez y José Félix Córdova Boniche.