Castellano, pregunta formulada por maximomotok, hace 3 meses

reseña crítica de "M'HIJO EL DOTOR"​

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Contestado por medinaandreita6
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En 1903 se estrenó en Buenos Aires la obra teatral de Florencio Sánchez M'hijo el dotor . Causó muy buena impresión y se la incluyó entre las fundadoras del "teatro nacional", pero hoy se representa poco y se lee menos.

En cambio, su título tuvo una historia propia muy exitosa, al punto de haberse convertido en un lugar común y en origen de un gran equívoco.

En su uso corriente, el hijo doctor resume la historia del inmigrante que, luego de recorrer otras etapas de su ascenso –un empleo estable o un negocio por su cuenta, y la casa propia–, completa su laborioso recorrido cuando su hijo obtiene el título de doctor: un abogado o un médico, con una carrera profesional y posiblemente otra en la política.

Los padres hicieron grandes esfuerzos para educar a sus hijos, convencidos de que así aseguraban su futuro. También se esforzó el Estado, que primero montó un sistema de enseñanza primaria excelente y luego amplió la escuela media y la universidad.

Ambas historias se suman en uno de los procesos mayores de nuestra historia: el crecimiento económico de fines del siglo XIX, la integración de la masa de inmigrantes europeos y la movilidad social ascendente, prolongada por varias décadas, que originó un amplio espectro de sectores medios.

De este relato, esquemático pero verosímil, bien instalado en el imaginario social, surgió lo que José Luis Romero llamó la ideología espontánea del ascenso social, promesa y derecho basado en el esfuerzo personal y el aprovechamiento de las oportunidades.

Pero en 1903 es poco lo que podía verse de esto, salvo el progreso material. La "casa propia" se expandirá un poco después.

Para los hijos de inmigrantes, el ideal educativo se concentraba en la escuela primaria –un "sexto grado completo" era un título valioso– y quizá la escuela media, pues la expansión universitaria será posterior.

En tiempos de Florencio

De modo que no es probable que esta historia, razonablemente real unas décadas después, estuviera presente en la cabeza de Florencio Sánchez.

En

M’hijo el dotor

hay un solo inmigrante, un almacenero gallego, personaje menor. El resto son todos criollos. El drama se desarrolla en una estancia pampeana y sus protagonistas son el estanciero  –don Olegario–, un criollo viejo, su hijo Julio y Jesusa, ahijada de Olegario.

El tema –que recuerda a

Padres e hijos,

de Iván Turguéniev– es el choque de dos generaciones y dos formas de vivir y entender la vida.

Julio –a quien de niño llamaban Robustiano– estudia Medicina en Buenos Aires, es un buen alumno, pero le falta bastante para ser doctor.

En la ciudad, ha desarrollado ideas modernas, muy diferentes de las de su padre, con quien se pelea durante las vacaciones veraniegas.

Julio lo trata de una manera amistosa, fuma, lo apabulla con sus conocimientos y le da consejos.

Olegario –que tiene una concepción tradicional de la familia y de la vida– no soporta este cuestionamiento de su autoridad paterna, quiere domarlo y, en un momento de ira, lo golpea con su rebenque.

Julio cree en la ciencia y el progreso, tiene devoción por la libertad personal y la autenticidad –entre romántica y anarquista– y aplica estos valores a su vida corriente. (la voz, Carlos Hugo)

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