relato de un joven en el hospital
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17 de septiembre 2020
Observe cómo Francis Wilson comparte su historia y se reúne con su equipo de atención.
El 10 de marzo, Francis Wilson estaba en su día cuando notó una tos leve. "Son solo alergias", pensó. Estaba terminando su último semestre de la facultad de derecho en la Universidad George Mason y trabajando a tiempo completo en un grupo de expertos en Alexandria, Virginia. La gente se estaba volviendo cada vez más consciente de COVID-19, pero aún no se habían implementado medidas como el distanciamiento social. Además, Francis pensó que era demasiado joven y saludable para verse seriamente afectado por COVID-19.
Durante los siguientes seis días, su tos se convirtió en calambres estomacales, fuertes dolores de cabeza y escalofríos al azar. "Salí del trabajo solo para tener cuidado", dijo. Recordó haber leído en línea para no acudir a la atención de urgencia o al hospital, excepto por problemas más graves, por lo que se detuvo. Aproximadamente una semana después de la primera tos, sus problemas respiratorios empeoraron tanto que no podía respirar. Finalmente fue a atención urgente, preocupado por lo que le estaba sucediendo. "Tuve un resultado negativo para la gripe y positivo para la neumonía", dijo. Enviaron una prueba COVID-19, y él se fue a su casa a esperar los resultados.
"Normalmente soy bastante terco cuando se trata de ir al médico", dijo. "Francamente, aparte de la infancia, nunca he tenido gripe. No tenía afecciones médicas preexistentes ... supuse que esto no era demasiado grave". Pero para el 19 de marzo, cuando apenas podía pasar de su cama al baño, llamó al 9-1-1 y lo llevaron a un hospital en Arlington y lo admitieron.
Sus problemas respiratorios fueron peores cuando pasó de acostarse a estar de pie. "Cuando me puse de pie, mis niveles de oxígeno se desplomaron", dijo. En el hospital, Francis recibió resultados positivos de la prueba COVID. Él estaba sorprendido.
"Hablé con un médico, y mis pulmones estaban tan dañados en este punto que me sugirieron que me pusiera un respirador durante dos o cinco días", dijo. Los ventiladores se pueden usar para ayudar a los pacientes cuando sufren dificultad respiratoria grave, pero este es un gran paso e implica dormir, hacer arreglos para sus compromisos personales y también la incertidumbre de no saber qué sucederá. ¿Mejorará su condición, cuándo se despertará y qué pasa si no mejora? Es una gran decisión tomar.
Preocupado por la rápida disminución de su salud, decidió utilizar el ventilador. "Me puse en contacto con mi familia, mi escuela, mi trabajo e hice arreglos para mis mascotas (su erizo y su serpiente mascota)", recuerda de esos últimos minutos antes de ser sometido.