REFRANES que convinen con la moraleja la mosca y la miel
por favoorr!!
cecibet320:
ya tenia las respuestas pero no me deja enviarlas
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Pues el día siguiente que va la Matilda a conocer al Borneos. Yo estaba tratando de explicarle a Borneos como era la jugada, algo un tanto difícil, porque si Borneos jugaba… siempre era en la banca. En la preparatoria, sabes que hay dos tipos de ñoños… los normalitos, que de alguna manera pueden integrarse a la sociedad e incluso su ñoñez es bien recibida… y los über ñoños, que son muy inteligentes, pero su rareza los separa totalmente del grupo. Borneos era el über ñoño de toda la preparatoria: siempre llevaba su bufanda y sus cuellos de tortuga, aún cuando hacía calor. Tenía unos ojos grises, profundos. Delgado, casi hasta los huesos. Su cara alargada y su nariz aguileña. Supe de algunas niñas que quedaron prendadas de él, por su inteligencia, por su porte de héroe byroniano y sus cejas espesas, pero nada más prendadas. Borneos nunca se interesó lo suficiente como para darles entrada. Era un chavo complicado.
Cuando lo invité a trabajar conmigo, ya tenía nuevas manías. Una de ellas es que no podía hablar directamente con cualquiera. Necesitaba un teléfono celular para hacerlo. Si quería preguntarle o pedirle algo, debía acercarme mi celular a la oreja y decirle, por ejemplo–. Borneos, necesito un par de cafecitos, no seas mala onda y ve por ellos… ¿va? –entonces Borneos me respondía usando su celular–. Ok, Agustín. Voy por ellos –al principio era muy extraño, hartante, desgastante… pero la creatividad de Borneos, había ayudado a que mantuviera su trabajo. De vez en cuando, trabajaba como freelance en las agencias de publicidad para escupir una idea tras otra. Borneos, el del celular, así le conocían. No sé porque trabajaba conmigo, si bien podía ubicarse dónde quisiera. En juntas había visto como se desenvolvía–. Callado, expectante, pero cuando era su turno, era muy insistente con sus ideas y era hábil con las palabras, siempre y cuando tuviera el celular pegado a la cabeza. Vi cómo vendió dos ideas. Un comercial para un insecticida y otro de, je, celulares.
(Aquí otro más corto)
Los profesores leen en voz alta la selección de fábulas presentadas e invita a los alumnos a seguir los acontecimientos con el fin de identificar las características del género.
La abeja y el cuclillo
Saliendo del colmenar,
dijo al cuclillo la abeja:
Calla, porque no me deja
tu ingrata voz trabajar.
No hay ave tan fastidiosa
en el cantar como tú:
cucú, cucú y más cucú,
y siempre una misma cosa
¿Te cansa mi canto igual?
(el cuclillo respondió:)
Pues a fe que no hallo yo
variedad en tu panal:
y pues que del propio modo
fabricas uno que ciento,
Cuando lo invité a trabajar conmigo, ya tenía nuevas manías. Una de ellas es que no podía hablar directamente con cualquiera. Necesitaba un teléfono celular para hacerlo. Si quería preguntarle o pedirle algo, debía acercarme mi celular a la oreja y decirle, por ejemplo–. Borneos, necesito un par de cafecitos, no seas mala onda y ve por ellos… ¿va? –entonces Borneos me respondía usando su celular–. Ok, Agustín. Voy por ellos –al principio era muy extraño, hartante, desgastante… pero la creatividad de Borneos, había ayudado a que mantuviera su trabajo. De vez en cuando, trabajaba como freelance en las agencias de publicidad para escupir una idea tras otra. Borneos, el del celular, así le conocían. No sé porque trabajaba conmigo, si bien podía ubicarse dónde quisiera. En juntas había visto como se desenvolvía–. Callado, expectante, pero cuando era su turno, era muy insistente con sus ideas y era hábil con las palabras, siempre y cuando tuviera el celular pegado a la cabeza. Vi cómo vendió dos ideas. Un comercial para un insecticida y otro de, je, celulares.
(Aquí otro más corto)
Los profesores leen en voz alta la selección de fábulas presentadas e invita a los alumnos a seguir los acontecimientos con el fin de identificar las características del género.
La abeja y el cuclillo
Saliendo del colmenar,
dijo al cuclillo la abeja:
Calla, porque no me deja
tu ingrata voz trabajar.
No hay ave tan fastidiosa
en el cantar como tú:
cucú, cucú y más cucú,
y siempre una misma cosa
¿Te cansa mi canto igual?
(el cuclillo respondió:)
Pues a fe que no hallo yo
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y pues que del propio modo
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