Historia, pregunta formulada por aliancasben, hace 1 año

Reflexiona: ¿Existirá relación entre los peruanos que decidieron pelear en la batalla de
Arica con la época actual, donde vivimos una emergencia sanitaria? ¿Por qué?

Respuestas a la pregunta

Contestado por yessi142006
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Respuesta:

El Perú de Toledo nos confrontó los últimos cinco años con un

escenario paradójico, en el que simultáneamente asistimos a

una gran estabilidad macroeconómica, una profunda incapacidad

de la política y un descontento social creciente, en el que

se multiplicaron los reclamos antes que las demandas, que

suponen intereses que pueden ser negociados. El gobierno,

que inició su gestión en medio de las expectativas que generó

la caída del fujimorismo y que, inicialmente, fue un espacio en

disputa por la positiva pluralidad de su composición, terminó

naufragando en su incapacidad para construir una alianza con

la población por su contradictoria pretensión de avanzar en la

democratización de las relaciones entre el Estado y la sociedad

civil, y simultáneamente mantener las orientaciones de la

política económica de su antecesor. Ello se dio a pesar su ofrecimiento

de una política de reactivación basada en el incremento

de la demanda.

Como resultado del divorcio preexistente entre política,

economía y sociedad, que el toledismo fue incapaz de enfrentar,

a lo largo de estos años, los temas de gobernabilidad democrática

y buen gobierno, así como, más profundamente, la

propia sostenibilidad del régimen político, estuvieron en cuestión

desde sus primeros meses del gobierno. La evolución del

índice de popularidad del presidente Toledo grafica, en buena

cuenta, la nueva frustración y el descontento ciudadanos

ante el fracaso gubernamental: el primer año de su gobierno,

cayó del 62 por ciento1 a menos del 20 por ciento; en 2004,

llegó a la cifra ínfima de 8 por ciento;2 y, en el primer semestre

de 2005, se recuperó ligeramente, superando el 30 por ciento.

Estas paradojas, conviene recordarlo, no son exclusivamente

nacionales. Como lo demuestra un informe del Programa

de Naciones Unidas para el Desarrollo (2004a), toda América

Latina se enfrenta a un escenario de democracias electorales

que parecen consolidarse en medio de una pobreza que crece

en números absolutos y adquiere creciente carácter étnico,3 así

como de niveles de desigualdad que se profundizan, aumentando

la insatisfacción ciudadana con la democracia y la política,

y trayendo consiguientemente un efecto desestabilizador.

Ciertamente, nuestro país muestra particularidades y rasgos

propios, pero se inscribe en este contexto general.

En términos generales, la mayoría de analistas coincide en

que los últimos cinco años estuvieron marcados por una precariedad

institucional y una fuerte inestabilidad política que

contrastaron con el importante dinamismo económico manifestado

en el constante crecimiento, que a lo largo de 56 meses

caracterizó la denominada transición democrática.

Entre 2001 y 2005 hay por lo menos tres factores que marcan

la gestión del gobierno que concluye y que merecen especial

atención, dado que, desde nuestra perspectiva, establecen

las principales tendencias del mediano plazo:

(i) un crecimiento económico de «base estrecha», asociado a

altos niveles de desigualdad e incapaz de responder a las

demandas de empleo;

(ii) una democracia anclada en un sistema político frágil y con

escasa capacidad de representación, que se debilitó aún

más por la inconsistencia del toledismo y por la incapacidad

de autorreforma de los partidos políticos; y

(iii) una fuerte crisis de integración social de raíces seculares,

que alentó una importante conflictividad social manifestada

en distintas protestas, movilizaciones y estallidos sociales

de intensidad variable, que no fueron ni previstos

ni atendidos por el gobierno.

Explicación:

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