Historia, pregunta formulada por acebedorizzo, hace 7 meses

reflexión sobre el tema colonialismo​

Respuestas a la pregunta

Contestado por lucy3rod3
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Respuesta:

El proceso de invención, no sólo de América sino también de aquellos lugares que han estado trazados por los hilos del colonialismo como los países del sur de África, es un proceso que cobró cuerpo, como lo plantea Edmundo O’ Gorman (1977), en el contacto casual que tuvieron los europeos con tierras desconocidas; un proceso que no sólo sirvió para inventar epistémica y ontológicamente un continente, sino para estructurar una nueva imagen de mundo en la cual “el otro” comienza a hacerse presente.

Esta estructuración, que yo quiero llamar inventiva-colonial, comienza a consolidarse en el momento del “encuentro americano”[1]; momento en el cual, y según Massimo Livi Bacci (2006), se da inicio a una serie de modificaciones en las condiciones demográficas, culturales y ecológicas de los tres grupos humanos que convergieron en el recién inventado continente: africanos, europeos y americanos. No obstante, y a pesar de que las modificaciones fueron no sólo para la población americana sino incluso para los europeos mismos, las relaciones establecidas se desarrollan bajo un modelo hegemónico con el cual se marca el inicio de una producción colonial que aún hoy puede verse en lo que Walter D. Mignolo (2000) llama sistema-mundo moderno. Miremos cómo:

Si seguimos rápidamente la tesis desarrollada por O’ Gorman, vemos que, según él, en el siglo XVI hay estructurada una imagen del mundo en la cual no hay cabida para una isla a parte de la Isla de la Tierra que constituye el Orbis Terrarum; en este sentido, y después del contacto casual, es menester reestructurar la imagen del mundo para darle cabida lógica a los nuevos elementos. No obstante, y a pesar de este cambio epistémico, la reestructuración lógica se da siguiendo la configuración jerárquica operante en Occidente, es decir, el europeo sigue concibiéndose como la cima de la evolución, y la misión encomendada es llevar su perfección cultural a todos los lugares recónditos del planeta. Al respecto nos dice O’ Gorman (1977: 150):

“Gracias a ese reconocimiento, las civilizaciones indígenas quedaban integradas, es cierto, al curso de la historia universal; pero, por la misma razón, no quedaban excluidas de las consecuencias de la concepción jerárquica de la misma. Esas civilizaciones, pues, no podían aspirar a ser estimadas como expresiones sui generis de un modo peculiar de realizar la vida humana y quedaban sujetas al juicio que les correspondiera en referencia a la cultura cristiana, erigida, como ya vimos, en el modelo dispensador de significación histórica.”

En este sentido, el proceso de concepción y [de]construcción de las sociedades indígenas para estructurar la nueva imagen del mundo se da bajo los cánones europeos. Al respecto nos dice Juan David Montoya Guzmán et al (2010: 97):

“Las categorías de cacicazgos, provincias, reinos y behetrías son, sin embargo, una proyección del mundo europeo sobre las gentes de América […] la sociedad colonial produjo las comunidades indígenas en la medida en que fueron, precisamente, los colonizadores quienes las nombraron y delimitaron, en un proceso que fue exacerbado por su posterior distribución en encomiendas, en la cual varios grupos fueron divididos para satisfacer las necesidades de los muchos encomenderos con los pocos indios, cambiándoles el nombre tras la asignación de la encomienda.”

Montoya Guzmán ejemplifica muy bien este proceso de producción (o invención-colonización) bajo un concepto que denomina etnificación: procedimiento mediante el cual, y gracias a los sistemas económicos, políticos y religiosos impuestos por los europeos, se desarrolla una metamorfosis que consolida otro tipo de configuración dentro de los núcleos tradicionales de las sociedades indígenas. Esta metamorfosis puede ser traducida en lo que Livi Bacci denomina “vicisitudes demográficas” del contacto americano; es decir, es una metamorfosis que opera a través de una alternancia de sucesos que, por un lado, modifica la distribución demográfica de la población, y, por otro lado, transforma los factores sociales, culturales, económicos y políticos de esta. En efecto, y según Livi Bacci, estas alternancias demográficas están atravesadas (o estructuradas) por tres elementos básicamente (que constituyen la empresa principal de la conquista): dislocación económica y social, confiscación del trabajo y fragmentación de redes de solidaridad.

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