reflexion acerca de la contrapublicidad de las mujeres
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Explicación:En los años cincuenta, una gran gama de lavadoras, aspiradoras, secadoras o
tostadoras poblaba el imaginario mediático y el confort se convertía en el eje alrededor del
que giraba la actividad fabril. Pero el consumo de masas significaba, sobre todo,
homogeneidad. La compra de muchos de los productos estandarizados que se
comercializaban por entonces ya eran de necesario cumplimiento para no quedar fuera de esa
naciente clase media consumidora.
Es entonces, pasada la Segunda Guerra Mundial, cuando parece que la nueva colección
de objetos de consumo tiene hasta su propia dimensión lingüística: «El consumo entra en un
orden general de las significaciones en el que las dimensiones simbólicas tienden a recurrir y
totalizar cualquier práctica adquisitiva», explica Luis Enrique Alonso (Alonso, 2006). Pero
pronto el vertiginoso ritmo de renovación de los productos y su calculada obsolescencia
satura la comunicación de alusiones comerciales: «En la Enciclopedia, el hombre pudo ofrecer
un cuadro completo de los objetos prácticos y técnicos de que estaba rodeado. Después se
rompió el equilibrio: los objetos cotidianos (no hablo de máquinas) proliferan, las necesidades
se multiplican, la producción acelera su nacimiento y su muerte, nos falta un vocabulario para
nombrarlos», diría Baudrillard a finales de los sesenta (Baudrillard, 1968).