referidas a Gran Bretaña en los inicios de la revolución industrial
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Iniciamos una serie de artículos referidos al proceso de industrialización europeo y norteamericano, en los que trataremos de responder sucesivamente a varias preguntas. En primer lugar, ¿por qué surgió en Gran Bretaña? En segundo lugar, ¿por qué EEUU y Alemania la superaron industrialmente a comienzos del siglo XX? Y en tercer lugar, ¿por qué ese proceso fracasó en una primera etapa en países como Rusia o España?
Según define Wikipedia, la conocida enciclopedia de Internet, la Revolución Industrial —concepto utilizado por primera vez por Engels en 1845 en La situación de la clase obrera en Inglaterra— fue «el proceso de transformación económica, social y tecnológica que se inició en la segunda mitad del siglo XVIII en el Reino de Gran Bretaña, que se extendió unas décadas después a gran parte de Europa occidental y América Anglosajona, y que concluyó entre 1820 y 1840. Durante este periodo se vivió el mayor conjunto de transformaciones económicas, tecnológicas y sociales de la historia de la humanidad desde el Neolítico, que vio el paso desde una economía rural basada fundamentalmente en la agricultura y el comercio a una economía de carácter urbano, industrializada y mecanizada».
Podemos decir sin ningún rubor que se trata de una definición impecable. Breve a la vez que precisa. Pero ¿por qué precisamente comenzó en Gran Bretaña en la segunda mitad del s. XVIII y no en otros países? No parece convincente una explicación que lo atribuya al hecho de que los ingleses estuvieran dotados de una inteligencia o de una capacidad superior al resto de europeos. Por lo tanto, habrá que indagar en otros factores que lo expliquen. Factores de tipo político, económico, social, etc., que son los que suele tomar en consideración la Historia.
Políticamente hay un hecho determinante que tiene que ver con lo que Historiografía conoce como la «excepción inglesa» en el marco del Antiguo Régimen en Europa. Efectivamente, que Inglaterra fuera el primer país de Europa (ya en el siglo XVII, por lo tanto un siglo antes de la Revolución Francesa de 1789) donde se instauró un sistema de monarquía parlamentaria, en el que un Parlamento desarrollaba una función limitativa del poder regio, significaba, en otras palabras, que la burguesía, esa capa superior del tercer estado o estado llano, enriquecida por el comercio y por la manufactura, se había hecho —junto con un sector de la nobleza aburguesada o gentry— con las riendas del poder del Estado y desde el Parlamento —Cámara de los Comunes— podía adoptar diferentes medidas legislativas para favorecer sus intereses económicos, comerciales y empresariales. Frente a otros países de monarquía absoluta, donde las fuerzas del Antiguo Régimen seguían monopolizando los cargos políticos y bloqueando las medidas de reforma que planteaban los ilustrados, en Inglaterra era la propia capa superior del estado llano, la burguesía —con el apoyo de la gentry o nobleza aburguesada—, la que desde el control de la institución parlamentaria podía plantear iniciativas legislativas en su propio favor.