Redacten una proclama del cabildo en la que informen lo decidido el 25 de mayo de 1810 en Argentina.
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Prólogo a las Actas capitulares del mes de Mayo de 1810
El primer monumento histórico de la República Argentina se echaba menos en sus anales, por haberse omitido su publicación cuando más importaba divulgarlo. Se ignoran los motivos que influyeron en este descuido, ni queremos indagarlos, por respecto a la memoria de los que, inconsideradamente o por cálculo, relegaron al olvido tan clásico documento.
Un pueblo oprimido, que sacude con dignidad sus cadenas, respetando los últimos mandatarios de un poder expirante, presenta un fenómeno, talvez único, en la serie de los grandes acontecimientos que han conmovido el mundo.
Las agresiones y los tumultos, que suelen ser los precursores de estas mudanzas, no prepararon la que se efectuó en Buenos Aires en los últimos días de Mayo de 1810. El virrey Cisneros, en el pleno ejercicio de su autoridad, manifestó los desastres de la península, y el peligro en que se hallaba la nación española de perder su libertad e independencia. Desesperando de la conservación de la monarquía, invocó voluntariamente el auxilio de un cuerpo deliberante, al que debían concurrir los representantes de la ciudad y de las provincias del virreinato, para establecer una representación de la soberanía del Señor D. Fernando VII1.
—II→
En un pueblo turbulento e indócil, este solo anuncio hubiera producido un alboroto, y arrastrado el país al borde de un abismo. Pero la buena índole de sus habitantes, y la prudencia del Cabildo, les hicieron marchar con acierto en una senda nueva y peligrosa. Los miembros de esta ilustre corporación, que hubieran podido asumir un poder que casi abdicó el virrey, le rodearon de consideraciones, y se mantuvieron en su dependencia, hasta que el pueblo, legalmente convocado, se decidió a reemplazarle por otra autoridad, que aunque bien definida en los primeros comicios, sufrió notables modificaciones en los subsiguientes.
Las actas de estas asambleas, en que el pueblo tomó por primera vez la actitud de un soberano, atestiguan su noble y juiciosa comportación. ¡Cuán pocos monumentos de esta clase nos ofrece la historia! Estos tránsitos repentinos de la servidumbre a la libertad están trazados con caracteres de sangre en los fastos de todas las naciones, sin excluir las más ilustradas. En Inglaterra, en Italia, en Francia, cuando el pueblo recuperaba sus derechos, se entregaba a los mayores excesos, y reemplazaba la tiranía de un solo, por la aún más insoportable de muchos.