Derecho , pregunta formulada por AviciiF, hace 9 meses

redacta un texto breve sobre la importancia de la
igualdad como derecho humano.

plis doy 20 puntos


AviciiF: tercer pregunta que ni me p in ches pelan :,(

Respuestas a la pregunta

Contestado por juanballadares2006
5

Respuesta:

Es mucho lo que se puede y debe decir sobre la igualdad ante

la ley de mujeres y hombres, pero este comentario se enfocará

principalmente en la responsabilidad que tienen los Estados de

asegurarles a todas las mujeres el goce de todos sus derechos

humanos en igualdad con los hombres. Sin embargo, antes de

hablar de esta responsabilidad, se hará un breve comentario sobre

el concepto en sí.

La igualdad fue concebida desde el pensamiento político clásico

como un hecho y no como un valor. Desde Aristóteles hasta

gran parte del pensamiento ilustrado, la tesis de la igualdad fue

razonada con argumentos de hecho: los hombres, decía Hobbes, son

iguales porque todos mueren; o porque, escribía Locke, tienen

las mismas inclinaciones y facultades; o como decía Rousseau, la

igualdad se mide en relación a las capacidades y méritos de cada

individuo. Desde entonces, a las personas que sufren desigualdad

y discriminación se les exige demostrar que son “iguales”, en el

sentido de “similares”, a aquellos que ya gozan de los derechos

que buscamos. Es por esto que las luchas de las mujeres por

alcanzar la ciudadanía plena, se presentan como luchas de las

mujeres por ser iguales (idénticas) a los hombres.

Desde la perspectiva de los derechos humanos, la igualdad no

se refiere a la semejanza de capacidades y méritos o a cualidades

físicas de los seres humanos, sino que es un derecho humano

autónomo. Este derecho, tal como ha quedado plasmado en la

casi totalidad de instrumentos legales de derechos humanos,

no es descriptivo de la realidad, es decir, no se presenta en

términos de ser, sino de deber ser. Es más, la gran innovación

introducida por la doctrina de los derechos humanos es haber

hecho del principio de igualdad una norma jurídica. Esto quiere

decir que la igualdad no es un hecho, sino un valor establecido

precisamente ante el reconocimiento de la diversidad humana.

Eliminar siglos de entender la igualdad como semejanza, no ha

sido fácil. Es más, hasta algunas feministas se pronuncian en

contra de que el movimiento tenga como objetivo el logro de

la igualdad de género, ya sea porque no quieren que se borren

las diferencias entre hombres y mujeres, confundiendo de este

modo el concepto de igualdad con el concepto de semejanza

de las mujeres con los hombres; o porque prefieren utilizar

el término “equidad”, que según ellas es más inclusivo de la

diversidad humana, como si el concepto de igualdad no partiera

precisamente del reconocimiento de las diferencias reales e

imaginarias entre los géneros.

Por otro lado, hay personas que dicen estar a favor de la igualdad

entre los sexos, pero se oponen a cualquier medida que les dé

trato diferenciado, como si hombres y mujeres ya estuvieran

en un plano de igualdad real o porque, al igual que en el caso

anterior, confunden la igualdad con la semejanza o similitud

entre los sexos.

Cuando se toma en cuenta la estrecha relación entre la lucha de

las mujeres por la igualdad y la de los derechos de las humanas,

se puede ver más claramente que ambas han sido una lucha por

lograr una ciudadanía plena. Es decir, los esfuerzos de las mujeres

por la igualdad entre los sexos han sido por el reconocimiento

de su pertenencia a la especie humana, condición que ya habían

alcanzado la mayoría de los hombres. Por eso es entendible que

algunas veces esta lucha aparenta ser más una por ser iguales a

los hombres, que una por lograr derechos para todas las mujeres.

Pero si dejamos de lado las preconcepciones sobre la igualdad,

veremos que los esfuerzos por lograrla por parte de las mujeres,

no han sido por ser idénticas a los hombres, sino todo lo contrario:

por diversificar lo que se entendía por ser humano, que en aquel

momento era sinónimo de hombre.1

Es más, el camino hacia la igualdad entre los sexos no sólo ha

significado una ardua lucha por desterrar el entendimiento de la

igualdad como semejanza, sino también por lograr que el Estado

cumpla con sus obligaciones legales en cuanto a garantizarla.

Hay que recordar que el Estado no cumple con esta obligación

con sólo otorgar los mismos derechos a las mujeres que ya gozan

los hombres. Exige que el Estado se involucre activamente en

la eliminación de todas las formas de discriminación contra

las mujeres, ocurran donde ocurran. Esto necesariamente lleva

a entender el derecho a la igualdad como compuesto por tres

principios: el principio de no discriminación; el principio de

responsabilidad estatal; y el principio de igualdad de resultados.

Este artículo se enfocará principalmente en la igualdad como

responsabilidad estatal.

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