Castellano, pregunta formulada por garcetesebas, hace 10 meses

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Respuestas a la pregunta

Contestado por DavidBrown
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Respuesta:

Hace tiempo en la lejana tierra de Chichishire, había armonía, paz y jubilo, en ella reinaba los reyes Link y Zelda, y tenían a su hermosa hija Sabrina. Sabrina era una princesa feliz, creció llena de amor hasta que cumplió 16 años ocurrió un evento inesperado, tuvo un sueño en el que una hada llamada Fye le revelo su futuro:

- Fye: Princesa pronto tienes que emprender una nueva aventura, así como tus antepasados tú eres realmente la reencarnación de una Diosa y tendrás que ir a los cielos, tus padres te han protegido y amado toda tu vida, pero ahora debes emprender este nuevo reto con valentía. No digas nada, solo ármate de valor para después partir al amanecer.

 

A causa de ello, la princesa Sabrina estaba muy consternada por lo que se le reveló, toda su vida había sido una princesa llena de lujos y comodidades, ahora tiene que dejar atrás sus comodidades y cumplir con el destino que le fue encomendado. Entonces le dijo a sus padres con mucha firmeza:

- Sabrina: Padres espero que entiendan lo que siento en mi corazón que es correcto, es hora de que asuma esta responsabilidad y cumpla con lo que se me encomendó, gracias por todo su amor, estaré de vuelta pronto, puesto que es mi deber también.

A pesar de todo y estar algo asustada, la princesa se despidió y partió a los cielos montada en su hermoso dragón que la acompañaría, con mucha esperanza y fe para luego enfrentar nuevos retos y crecer.

Explicación:

Los conectadores están resaltados con negrilla.

Contestado por allisongoveaal24
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LOS SUEÑOS DEL REY

  Había un monarca en un floreciente y próspero reino del norte de la India. Era rico y poderoso. Su padre le había enseñado a ser magnánimo y generoso, y, antes de fallecer, le había dicho:

 --Hijo, cualquiera puede, por destino o por azar, tener mucho, pero lo importante no es tenerlo, sino saberlo dar y compartir. No hay peor cualidad que la avaricia. Sé siempre generoso. Tienes mucho, así que da mucho a los otros.

 Durante  algunos años, tras la muerte de su padre, el rey se mostró generoso y espléndido. Pero a partir de un día, poco a poco, se fue tornando avaro y no sólo empezó a no compartir nada con los otros, sino que comenzó incluso a negarse hasta las necesidades básicas a sí mismo. Realmente se comportaba como un pordiosero. Su asistente personal, que también lo había sido de su padre, estaba tan preocupado que hizo llamar a un rishi 2*| que vivía en una cueva en las altas montañas del Himalaya.

 --Es increíble -se lamentó el asistente ante el rishi-. Es uno de los reyes más ricos y se comporta como un pordiosero. Te estaríamos todos muy agradecidos si pudieras descubrir la razón.

 El asistente le pidió al rey que recibiera al rishi. El monarca convino:

 --De acuerdo, siempre que no vaya a solicitarme nada, ¡Porque soy tan pobre!

 El rishi y el monarca se encerraron en una de las cámaras del palacio. El rey iba vestido con harapos, sucio y maloliente, en contraste con el palacio esplendoroso en el que habitaba.

Incluso iba descalzo y ni siquiera lucía ningún adorno real.

 --Estoy arruinado - se quejó el rey.

 --Pero, señor, eres rico y poderoso - replicó el rishi.

 --No me vengas con zarandajas -dijo el monarca-. Nada puedes sacarme, Porque nada tengo. Incluso cuando estos harapos se terminen de arruinar, ¿con qué cubriré mi cuerpo?

 y el rey se puso a llorar sin poder impedirlo.

 Entonces el rishi entornó los ojos, concentró su mente y, como un punto de luz, se coló en el cerebro del monarca. Allí vio el sueño que tenía el rey noche tras noche: soñaba que era un mendigo, el más misérrimo de los mendigos. Y, de ese modo, aunque era un rey rico y poderoso, se comportaba como un pordiosero. Logró en días sucesivos enseñar al rey a que dominara sus pensamientos y cambiara la actitud de su mente. El monarca volvió a ser generoso, pero no consiguió que el rishi aceptara ningún obsequio.

 *El Maestro dice: Tal es el poder del pensamiento. Así como piensas, así eres. Conquista el pensamiento, y te habrás conquistado a ti mismo.

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