¿Realmente podemos pensar o hacer lo que nos plazca en democracia?
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
No necesariamente es así de extremo. Entonces, la libertad no es poder hacer cualquier cosa, sino hacer lo que quieras, siempre que no afectes ni limites los derechos de los otros. Aquí está la clave.
La libertad tiene dos dimensiones que los filósofos llaman “libertad de” y “libertad para”. La primera, “libertad de”, se refiere a la ausencia de los límites externos que pudieran, en manera arbitraria o caprichosa, restringir nuestra capacidad de decidir o hacer. Por ello, los Estados democráticos basan su actuación en la ley, que debe ser siempre objetiva y neutral y que, además, permita tratar de la misma manera a todas las personas. En ese sentido, al someternos al “imperio de la ley”, evitamos los peligros e inconvenientes derivados del uso arbitrario del poder. Algunos filósofos, como Locke o Rousseau, consideraban que solamente de esta manera, sometiéndonos a la ley, podremos lograr la libertad.